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Gil renuncia a las elecciones generales, aunque no deja la alcaldía de Marbella

Carlos E. Cué

Con una imagen muy distinta a la habitual, derrotado, recordando constantemente la edad que tiene (66 años), Jesús Gil anunció ayer en rueda de prensa que no se presentará ni a las elecciones generales ni a las andaluzas. El líder del GIL siente que ha "fracasado" en su aventura política: "La operación de acoso y derribo ha funcionado". Gil cree que, al presentarse por Ceuta y Melilla en las elecciones municipales, su grupo firmó "la sentencia de muerte". Asegura que sus problemas cardiacos le impiden continuar con su carrera hacia el Congreso de los Diputados, pero seguirá siendo alcalde de Marbella.

Jesús Gil sostuvo vehementemente -llegó a mostrar certificados médicos sobre su arritmia- que es el mal estado de su corazón el que le ha hecho tomar esta medida tan drástica. Y no los problemas judiciales que tiene por las múltiples causas abiertas en su contra. En ese asunto está "tranquilo" y convencido de que podrá demostrar que no ha "robado ni un duro", algo a lo que piensa dedicar la mayor parte de su tiempo a partir de ahora. El presidente del Atlético de Madrid trató de dibujar el cuadro de una encarnizada batalla contra él, organizada por los dos grandes partidos políticos, en la que ha salido derrotado. Y el origen de esta pugna estaría, según Gil, en que las encuestas auguraban que su grupo podría obtener entre 10 y 12 diputados. Gil acusó a los medios de comunicación, y especialmente al diario El Mundo, de haber colaborado en esa campaña: "Felicito a Pedro J. [Ramírez, director de ese periódico], porque le ha servido en bandeja mi cabeza quien yo me sé", dijo en aparente referencia al presidente del Gobierno, José María Aznar.

Otro gran culpable de su caída es, según Gil, el abogado José Luis Sierra, a quien llamó "arrepentido" y acusó de haberle traicionado "por dinero", proporcionando a El Mundo información sobre la polémica gestión de Gil en Marbella.

Gil piensa seguir dedicándose a Marbella "mientras tenga fuerzas". Ayer ofreció unas pinceladas de lo que entiende como gestión lícita. Sobre todo cuando relató cómo utilizó los 300 millones de pesetas que obtuvo por la venta del jugador del Atlético de Madrid Paolo Futre para pagar los sueldos de sus funcionarios. Marbella es su feudo y lo quiere conservar.

El líder del Grupo Independiente Liberal aseguró que su partido le estaba haciendo el "trabajo sucio" al PSOE porque le estaba quitando votos al PP. Pero, para dar aún más la imagen de derrotado, dijo que eso ya no le interesaba y deseó que tanto el líder del PSOE, Joaquín Almunia, como a José María Aznar "tengan un futuro enorme para que España vaya bien".

A partir de ahora, y de mantener esta postura, Gil tiene dos problemas. El más inmediato es desmantelar la red que había montado para presentarse a las generales: ha comprado una sede en la calle de la Montera, en Madrid, ha movilizado a una serie de ejecutivos a los que atrajo con anuncios de prensa... Le va a "costar mucho dinero", pero lo asume.

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El segundo problema es el del futuro del GIL. El alcalde de Marbella anunció que, en el próximo congreso de su partido, probablemente tras las generales, dimitirá como presidente, y su hijo cesará como secretario general. A partir de ahí llegará una remodelación del grupo, que gobierna en varias ciudades del sur de España, incluida Ceuta. Tampoco está claro cuál será el papel de este grupo en las generales. El líder en Melilla, Crispín Lozano, anunció que no se presentarán por Madrid pero sí por las dos ciudades autónomas. Pero Antonio Sampietro, presidente de Ceuta, desmentía que se haya tomado ya una decisión.

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