Barak propone a Arafat una cumbre en la que se sienten las bases de una paz definitiva
Los principales protagonistas del proceso de paz en Próximo Oriente estarán durante dos días reunidos en Oslo, para recordar al asesinado primer ministro Isaac Rabin (el 4 de noviembre de 1995) y en su homenaje tratar de impulsar el avance de los acuerdos ya alcanzados. El jefe de Gobierno israelí, el laborista Ehud Barak, llegó ayer a la capital noruega con una propuesta clara: celebrar una cumbre como la celebrada entre egipcios e israelíes hace 20 años en Camp David (Estados Unidos), contando para ello con el apoyo del presidente norteamericano, Bill Clinton.
"La reunión de Oslo puede finalizar con el anuncio de una cumbre", anunció ayer el jefe de Gobierno israelí, Ehud Barak, pocas horas después de que llegara a Oslo para asistir a los actos de homenaje al asesinado primer ministro israelí Isaac Rabín. En dichos actos estarán presentes, entre otros, el primer ministro ruso, Vladimir Putin; el ministro de Asuntos Exteriores de Jordania, Abdel Ilah Jati; el presidente de Finlandia, Matti Ahtissari, y el responsable de la política exterior de la UE, Javier Solana.Barak se refería con el anuncio de esta cumbre a la posibilidad de celebrar durante el próximo mes de febrero una reunión tripartita (israelíes, norteamericanos y palestinos) en Estados Unidos, semejante a la efectuada en 1978 entre el presidente egipcio Anuar el Sadat, el primer ministro israelí Menajem Beguín y el presidente norteamericano James Carter y que posibilitó en aquella ocasión la firma del primer tratado de paz entre un país árabe e Israel.
Con esta sugerencia, el jefe del Gobierno israelí trata de relanzar el proceso de paz, estableciendo a la vez un plan de trabajo concreto, que permita a israelíes y palestinos alcanzar un pleno acuerdo en septiembre del año 2000, tal y como ha estado anunciando en los últimos meses.
La propuesta de Barak relativa a la cumbre fue recibida ayer sin embargo con desconfianza por Clinton, quien aseguró en el transcurso de una conferencia de prensa que "es aún prematuro hablar de la posibilidad de una cumbre al estilo Camp David" aunque, dijo: "No excluyo nada, ya que estoy dispuesto ha hacer todo lo necesario para contribuir a una paz duradera en Oriente Próximo".
Coincidiendo con el lanzamiento de esta propuesta se filtraban ayer en la prensa de Jerusalén las grandes líneas de una oferta políticodiplomática que Barak podría hacer a los palestinos en los próximos días y que llevaría consigo el reconocimiento, bajo determinadas condiciones, de un Estado palestino, antes del mes de marzo.
La propuesta de Barak supone la negativa a volver a las fronteras anteriores a 1967, reagrupamiento de los asentamientos judios en tres bloques a lo largo de la línea verde, derechos especiales para los colonos y mantenimiento de la unidad de Jerusalén aunque con la extensión de la capital para que incluya los barrios palestinos ahora situados en Cisjordania.
Los palestinos deberán asimismo renunciar al retorno de sus refugiados como consecuencia de la guerra de 1948, lo que no afecta a los refugiados de 1967. El Estado palestino, según Barak, deberá estar desmilitarizado y no podrá firmar alianzas con países hostiles a Israel.
Mientras se multiplican y solapan las propuestas para relanzar el proceso de paz entre israelíes y palestinos, se sucedían ayer por la tarde en Oslo una serie interminable de encuentros y conversaciones bilaterales. Clinton, por ejemplo, se reunía con el líder palestino, Yasir Arafat, para tratar de toda la situación y llegar por ejemplo a la conclusión que el tema de "Jerusalén oriental será el punto central de las negociaciones con los israelíes". A última hora de la noche también se encontraron por primera vez en seis semanas, Barak y Arafat. Es su cuarta entrevista desde que los laboristas ganaran las elecciones generales el pasado mayo. Todos estos contactos bilaterales sirven de preparativo para la gran cita de hoy por la tarde, en la que Clinton servirá de enlace entre Arafat y Barak. Los tres intentarán nuevamente impulsar el proceso de paz, conscientes, sin embargo de que no se pueden crear ahora en Oslo demasiadas expectativas ni esperanzas.
El gran ausente de esta cumbre ha sido el presidente egipcio, Hosni Mubarak, quien desestimó la posibilidad de viajar a Oslo sin dar mayores precisiones, al tiempo que los grandes dirigentes árabes, entre ellos el rey Abdalá II de Jordania o Mohamed VI de Marruecos, delegaban su representación en ministros.
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