La justicia

Ya hace tiempo que los españoles valoraban en último lugar la justicia, pero la situación sigue empeorando hasta lo inverosímil. En un mismo día, en efecto, hemos conocido:1.Que un tribunal ha tenido que rectificar el increíble veredicto de otro tribunal según el cual dar 70 puñaladas a la víctima no denotaba ensañamiento.

2.Una reacción corporativa del cuerpo judicial respaldaba -"todo ha sido correcto", es decir, perded toda esperanza- a la juez que mantuvo la libertad condicional de un condenado por intentar matar a su novia, a pesar de que tenía múltiples denuncias de su nueva novia, también por amenazas de muerte, a la que, aprovechan-do ese permiso carcelario, mató.

3.Enfrentados entre sí por dos jueces a uno, el Tribunal Supremo condenó al juez Liaño, acusado por el juez Garzón; aun en el mejor de los casos, de culpabilidad por sólo una parte, el cuerpo judicial sale, pues, muy tocado.

¿No habrá manera de refor-

mar a fondo ese pilar imprescindible de un Estado de derecho, cuya lentitud misma ya le hace hoy de ordinario tan injusto? ¿No será posible una transición en ese ámbito? ¿Deberemos importar jueces, como jugadores de fútbol, o sólo se salvarán los que tengan medios para recurrir a tribunales de apelación fuera de España?- . .