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Últimos versos sin Teresa

No consta que Teresa ni el Pijoaparte, los dos personajes más inmortales de Juan Marsé, tengan veleidades poéticas, pero quien sí habría disfrutado la noche del viernes sentado entre la concurrencia que llenaba el centro cívico del barrio barcelonés del Carmel hubiese sido el amante bilingüe. El recital poético en honor del autor de Últimas tardes con Teresa simbolizó a la perfección el espíritu de la narrativa marsiana, al menos por lo que a la lengua se refiere: tres poetas en lengua catalana (Narcís Comadira, David Castillo y Núria Martínez Vernis) y otros tres en lengua castellana (Jesús Lizano, Jordi Virallonga y Mercedes Sánchez). Eso sin olvidar que la semana de actividades del ciclo El cel del Carmel, impecablemente ajustada a la ley de normalización lingüística, se debe a tres apellidos tan inequívocos como Morcillo, Herranz y el propio Castillo. "La verdad es que se trata de una casualidad", explica este último. "No solemos hacer este tipo de equilibrios lingüísticos al preparar el cartel de un recital. Lo que nos interesa es dar una idea de la poesía que se hace en este país".Para hacerse una idea, pues, algo que sí hubiera sido del agrado del Pijoaparte: Mercedes Sánchez, la cuota local del cartel del viernes. Vecina del Carmel como él, la señora Sánchez representaba una especie desconocida hasta ahora en este tipo de eventos. Libre de toda sospecha de adscripción a lo alternativo (salvo una valerosa chaqueta amarillo chillón), Sánchez tiene un libro publicado, editado también en Braille (De mi existencia y mi pasar), y ningún reparo en declararse seguidora de la generación del 27 e influida por Lorca. Sus poemas, cargados de lunas luneras y de evocaciones carmelo-andalusíes, contrastaban drásticamente con la cadencia litúrgica de los de Comadira, el más célebre de los participantes y, sin embargo, poco habitual en este circuito. Eso sí, atesoró vecindad geográfica ya que reside en el Putget.

"Performance" particular

Antes que ellos, Jesús Lizano había caldeado el ambiente anunciando a grito pelado su performance particular: leyó un angustioso poema sobre la fugacidad del tiempo, consultó su reloj y acto seguido se largó sin más dilación.

Pero Marsé no era el único homenajeado en este ciclo. Jordi Virallonga se encargó de cumplimentar al otro, el profesor José María Valverde, ante la presencia de su viuda, Pilar (quizás para compensar la ausencia de Teresa). El elogio fue tan emotivo que Virallonga prefirió contar las anécdotas de aquella relación profesor-estudiante antes que recitar sus propios poemas. Sin embargo, poco después rectificó a fin de ofrecer al respetable precisamente algo de lo que había aprendido del maestro. Claro que se guardó bien de sacar a relucir nada de su primer libro, que Valverde "criticó ferozmente".

Si una cosa no se puede negar de esta clase de actos es su eclecticismo. La otra novedad de la velada la aportaba la debutante Núria Martínez Vernis, una joven barcelonesa autora de versos "profundamente pesimistas" y no obstante presidenta de RAI (Recursos d"Animació Intercultural): "Somos un colectivo de jóvenes interesados en intercambios con el extranjero en su dimensión cultural, pero desde una posición pedagógica". ¿Perdón, perdón? "O sea que si no te abres no sabrás nada, y ya sabemos demasiado poco". Como poeta, en consecuencia, Martínez considera que "el mundo es todo flors i violes". Para concluir, David Castillo recarmelizó la jornada con su lírica de protesta de final, antes de dar paso a un cierre musical que sin duda habría hecho las delicias del Pijoaparte: guitarra y voz flamenca.

El ciclo El cel del Carmel concluyó ayer con una ruta literaria por el barrio basada en las novelas de Marsé, en la que tomaron parte 32 personas, y un concierto de Gerard Quintana y Jordi Batista.

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