Epifanía de lo femenino

JOSÉ MANUEL ALONSO

Este País Vasco tiene ya grandes escritores y escritoras que le escriben, y no exclusivamente para los suyos, como se decía antes. Y así, ahora, lo que no ocurrió prácticamente hasta el siglo pasado puede ocurrir con proliferación y éxito en el siglo que viene.

Ese vacío de textos escritos, literarios y/o de pensamiento, era una de las constantes que identificaban, según los historiadores y ensayistas, a los vascos, que preferían la transmisión por la palabra o incluso por el canto a otra forma de expresión más ilustrada. "El poeta vasco", dice Elías Amézaga, "suele escribir para los suyos. Más aún. No escribe. Canta, y que lo suyo se lo lleve el viento o los corazones de los que le oyen cantar".

Varios ejemplos avalan ese nuevo horizonte de grandes escritores/as vascos/as, que triunfan en poesía, novela, teatro, ensayo,... La reciente Feria de Francfort ha sido un escaparate de autores como Fernando Savater o Bernardo Atxaga, además de Anjel Lertxundi, cuya obra va a traducirse al alemán.

Otro ejemplo significativo de éxito literario vasco ha estallado con el último Premio Planeta, conseguido por Laura Espido Freire, joven escritora surgida de uno de los talleres literarios que han proliferado en nuestro país: el de Deusto. El sorprendente éxito de esta autora laudiotarra, que no lo es tanto para quienes conocen sus obras (entre los que están los lectores de EL PAÍS), viene a confirmar que las mujeres vascas, por lo que hacen, son cada día más noticia positiva. Lo son las escritoras, pero también las pintoras y escultoras, las historiadoras, las economistas, las pedagogas, las restauradoras, las periodistas, las científicas... Y viene a demostrar aquello que decía en una reciente entrevista en estas páginas la economista Arantza Rodríguez: "Entiendo que el futuro es femenino en cuanto que puede estar mejor compartido y donde la mujer tiene ya protagonismo activo". Ha llegado, por tanto, la epifanía de lo femenino.