Los primeros conservacionistas de Huelva
Los restos de la ciudad de Tartesos se hallan en espacios naturales de gran valor
Los moradores de la Huelva tartesia, indígenas bajo el mandato del rey Argantonio, y los fenicios, griegos y etruscos que se instalaron en esas tierras andaluzas entre los siglos VIII y VI a. de Cristo, se caracterizaron, sobre todo, por mostrar un respeto religioso hacia el medio ambiente y la naturaleza, que ha dejado huella a lo largo de los siglos. Los vestigios de una época de intercambio y subsistencia -origen de la capital onubense- se palpan hoy en las calles, plazas y parques que conforman el diseño de la ciudad.El mundo tartesio se vislumbra, a través de la arqueología urbana, en los curiosos cabezos, unas curiosas acumulaciones montañosas de arena, y en los solares, donde se han conseguido rescatar más de 3.000 piezas arqueológicas en los últimos 20 años.
El mapa arqueológico de la ciudad se levanta sobre tres espacios naturales de gran valor ecológico: los citados cabezos, situados en la zona más alta de la ciudad y declarados recientemente Bien de Interés Arqueológico por la Junta de Andalucía; el parque Moret, considerado el pulmón verde de la zona, y la isla Saltés, radicada en el paraje natural de Marismas del Odiel, que se levanta en el centro de la ría, entre Punta Umbría y Huelva.
Cementerios naturales
El centro de la capital presenta una orografía en la que destacan los cabezos, que se convirtieron, hace 3.000 años, en verdaderos cementerios naturales. Allí, "se enterraban a los príncipes formando túmulos, que aún se pueden observar, en los que posteriormente crecía la vegetación sin degradar el medio ambiente", explica el director del Museo Provincial de Huelva, Manuel Osuna. En el cabezo de la Joya, que se excavó en los años 60 y el punto donde se cree que fue enterrado el rey Argantonio, se han hallado en el interior de una veintena de tumbas más objetos de bronce del siglo VII a. C. que en todo Cartago.
Esta elevación de terreno, desde la que se divisa toda la ciudad, presenta los estigmas del pueblo tartesio, al igual que los cabezos de San Pedro y La Esperanza. El Ayuntamiento de Huelva está desarrollando desde hace tiempo un plan de conservación de estas zonas, que año tras año se ven dañadas por las inclemencias de la climatología.
Más al sureste de la ciudad se encuentra el parque Moret, una extensión que ocupa alrededor de 70 hectáreas, que era utilizado también por los tartesios como lugar de enterramiento. En la actualidad, el profesor de prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, Juan Pedro Garrido Roig, lleva a cabo diferentes excavaciones arqueológicas en túmulos, donde se han encontrado piezas significativas de aquella época. Los ecologistas de Huelva reivindican este espacio verde de la capital para la creación de un parque que ofrezca al ciudadano naturaleza y ocio.
El descenso al actual puerto de Huelva, donde hace 3.000 años se encontraba el emporio tartesio, deja atrás los asentamientos de griegos, fenicios y etruscos en los alrededores de la calle Méndez Núñez y la denominada plaza Arqueológica. Al llegar a la ría, a lo lejos, se divisa la isla Saltés, donde se han hallado restos de los siglos XII y XIII d. C., como una ciudad de la época almohade, además de vestigios romanos y tartesios. Esta isla podría convertirse a medio plazo en un gran parque arqueológico y natural, según el director del Museo Provincial.
Los moradores de la Huelva tartesia constituían una civilización llena de valores medioambientales y respetuosa con la naturaleza, que consideraban el agua y la tierra elementos imprescindibles. Prueba de ello es la explicación que conceden los expertos a dos importantes hallazgos: un depósito de armas de los siglos X y XI a. C. y un casco griego del siglo VIII. "En ambos casos han significado ofrendas de sus portadores al mar, como agradecimiento tras la llegada a la ciudad de Tartesos", explica Manuel Osuna.
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