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Guía de habilidades infantiles

El Gobierno británico prescribe a las guarderías los objetivos que deben alcanzar de 3 a 6 años

Isabel Ferrer

El juego bien aprovechado, nuevo lema educativo del Gobierno británico, se ha convertido ya en una polémica versión del viejo adagio "aprender deleitando". Adaptado esta vez a las guarderías, fija las metas que deben alcanzar los menores de tres a cinco años en su primer contacto preescolar. Presentado como una forma de prepararles para afrontar la primaria con la mejor preparación posible, el hecho de que enumere las habilidades y conocimientos que el niño debe adquirir ha provocado malestar entre los propios educadores encargados de organizar este "juego estructurado", propuesto por el Ejecutivo laborista.A partir del próximo septiembre, para apuntarse a la lista de los ganadores los pequeños deberán ser capaces de desarrollar sus aptitudes y sociabilidad con ayuda de una guía brindada a sus educadores por el Ministerio de Educación. Así, a los tres años tienen que saber contar hasta tres (cálculo), preparar una tarjeta de cumpleaños (concentración), darle de comer a un pez en una pecera (destreza) y agitar unas escamas de jabón hasta conseguir espuma (ciencias). Si lo logran habrán aprendido, por este orden, los rudimentos del cálculo y a prestar atención a una tarea. Serán más diestros con sus manos y descubrirán además que la ciencia puede ser muy divertida.

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A los cuatro años aumenta algo la dificultad de las tareas. El cálculo debe ser más elaborado, con canciones y objetos traídos de casa. Uno de los ejemplos brindado por el ministerio describe cómo los menores pueden organizar un café en la propia guardería. Anotando los nombres de los clientes en un trozo de papel y haciendo las reservas de las mesas habrán convertido el juego en un sencillo ejercicio matemático y de memoria.

Cuando cumplan cinco años y estén a punto de acceder a la educación primaria propiamente dicha -en Inglaterra y Gales ésta comienza a los seis años-, los niños tienen que retener y explicar a su manera el equivalente al cuento de Los tres cerditos. Las sumas y las restas empiezan a esta edad, y lo mismo ocurre con la percepción del entorno familiar y ciudadano. Otra de las actividades propuestas consiste en dibujar su barrio y hablar de los vecinos.

Entre los cinco y los seis años, es decir, al final de la fase preescolar, se espera de los pequeños que puedan hablar en grupo sin ruborizarse y tengan iniciativa intelectual. Darse cuenta de las necesidades de sus compañeros y respetar sus diferencias culturales o de raza es también relevante. Leer el alfabeto y palabras comunes, escribir sus nombres, utilizar un lenguaje imaginativo y haber aprendido a escuchar y hacerse oír son cualidades asimismo apreciadas. Según el ministerio, cada una de estas listas trata de fomentar el desarrollo intelectual y físico de los menores, para que no pierdan el tiempo en actividades que nadie supervisa.

Para los críticos de las nuevas normas, entre ellos pedagogos y responsables de guarderías, controlar de una forma tan estrecha los juegos infantiles puede ser excesivo para la mayoría de los pequeños. "Afortunadamente, la guía que ahora recibimos ha sido aligerada y ya no presenta el carácter estricto de los primeros borradores. Sigue siendo, sin embargo, muy ambiciosa para los hijos de familias con pocos recursos que reciben poca atención en casa. Un grupo muy numeroso de pequeños puede sentirse forzado a lograr cosas demasiado pronto", ha señalado David Hart, secretario general de la Asociación Nacional de Directores de Centros Docentes.

Margaret Hodge, secretaria de Estado laborista de Educación, le ha respondido con firmeza que está equivocado. "Me canso de escuchar que los niños necesitan jugar en libertad y sin restricciones. Muchos llegan a las guarderías a los tres años y son incapaces de hablar con propiedad o comunicarse siquiera. Carecen de entusiasmo por el aprendizaje. No les vamos a enseñar latín, pero deben jugar de una forma estructurada si esperan triunfar luego en el colegio".

Según Hodge, el nuevo programa educativo puede parecerle poco a las familias de clase media. A otras menos privilegiadas les ayudará a recortar distancias desde el principio. Cuando sus hijos accedan a la primaria, afirma Hodge, estarán en igualdad de condiciones para beneficiarse de la enseñanza obligatoria. Al arropar la polémica guía educativa infantil con estos apoyos oficiales, Margaret Hodge espera apagar del todo las críticas que le llovieron en mayo pasado cuando presentó el borrador del proyecto.

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