El Senado vota en contra de imponer el casco a los ciclistas
Cada cuatro días muere en las carreteras y calles españolas un aficionado a la bicicleta
El Congreso de los Diputados aprobó en mayo cambiar varias normas relativas a la circulación de ciclistas por carretera. Entre ellas estaba la de obligarles a llevar casco. El Senado revisó el proyecto y ha suprimido tal norma, por lo que el Congreso deberá retomarlo. Este rifirrafe parlamentario se produce cuando el año en curso se perfila como uno de los más dramáticos para los aficionados al ciclismo, con un número de accidentes mortales igual ya al de todo 1998. Sólo durante el pasado puente hubo cinco fallecidos.
Si el Congreso se ratifica en su opinión, España se convertirá en el único país de Europa que obligue a los ciclistas que circulen por carretera a usar casco. Bélgica y Holanda obligan a ello, pero sólo en competiciones. A pesar de tal circunstancia, los diputados consultados creen que el Congreso irá adelante, rechazando esta modificación que el Senado aprobó el pasado día 6. Es probable que el proyecto entre en el Congreso, procedente del Senado, el próximo jueves.Mientras tanto, los aficionados al ciclismo se alegran de que el Senado haya apoyado sus tesis, pero siguen perplejos al comprobar la extraña forma en que los políticos buscan soluciones para mejorar su seguridad. Hace ya muchos años, en 1995, lograron reunir 30.000 firmas pidiendo mejoras y lo único que se les ofrece es un proyecto que no acaba de ver la luz y que consiste, sólo, dicen, en penalizar al ciclista, olvidándose de mejorar infraestructuras o de concienciar al conductor. En bien de la seguridad del ciclista, las propuestas concretas de los políticos consisten en imponer el casco, en obligar a usar ropa y dispositivos reflectantes, en prohibirles circular por las autovías y en dar prioridad a los conductores salvo cuando el ciclista circule, por ejemplo, en los escasísimo carriles-bici de que dispone este país.
Creen que usar casco, por ejemplo, es recomendable, pero que no debe imponerse so pena de multa. "Es lógico utilizar casco en competición", explica Pedro Delgado, ganador del Tour en 1988. "Ahí los compañeros son un peligro para los demás y el casco puede protegerte. En carretera, frente a un vehículo a motor, el casco no te sirve para nada". La bicicleta, dicen los aficionados, no es peligrosa, sino el coche. En 1998 hubo 492 peatones muertos por atropello y a nadie se le ocurre obligarles a llevar casco para mejorar su seguridad. Y otro argumento: allá donde se ha impuesto, como en dos Estados de Australia, ha descendido el uso de la bicicleta, logrando justo lo contrario de lo que se pretende, que es fomentar el uso de un vehículo ecológico, barato y aconsejable para la práctica deportiva o recreativa.
En España muere en carretera un ciclista cada cuatro días. Es una media que se repite cada año con escasas variaciones (véase el gráfico). A esas cifras habría que añadir los que para la estadística de la Dirección General de Tráfico son "peatones sosteniendo una bicicleta". En 1998, un total de 104 accidentes se produjeron en estas circunstancias. El resultado, 12 muertos y 40 heridos graves.
Todos los sectores implicados se temen que la accidentalidad sobre dos ruedas va a ir en aumento porque la práctica del ciclismo también se anima. Se calcula que cada domingo, si el clima acompaña, se ponen en circulación 800.000 ciclistas que cuentan con pocas infraestructuras seguras para moverse. El Congreso estudió en 1995 fomentar la habilitación de 3.000 kilómetros ferroviarios para el ciclismo. Cinco años después, intentar saber si se ha construido un sólo metro o conocer cuáles son las infraestructuras de que se disponen para el ciclista es una tarea imposible. En Tráfico no tienen datos, pero en el Ministerio de Fomento, tampoco. Se han hecho carriles en Valencia y en Mallorca, en Cataluña hay algunos tramos de carril-bici a compartir con el sufrido peatón y en el País Vasco se habilitan carriles en algunas carreteras los fines de semana. "La proporción es tan ridícula que supongo que no merece la pena ni hacer el recuento", dice Hildegard Resinger, de la Coordinadora en Defensa de la Bicicleta (ConBici). Resinger se queja también de que los ciclistas sean obligados a llevar luces y prendas reflectantes, en vez de obligar a los fabricantes a vender los vehículos con los dispositivos adecuados. "Es como si te obligaran a comprar el airbag del coche".
Entre las pocas medidas que los parlamentarios van a cambiar y que sí cuenta con el beneplácito de los aficionados se encuentra la de permitir la circulación en paralelo de los ciclistas. "Para nosotros, circular en paralelo ha sido una forma de protegernos", dice Delgado. "Porque es la única manera de conseguir que el coche frene si no tiene sitio para adelantar".
El actual código de circulación obliga a los automovilistas a guardar una distancia de metro y medio con la bicicleta a la que van a adelantar. Todos los aficionados coinciden en señalar que pocos respetan dicha norma. "A mí me han echado de la carretera dos veces sólo por el rebujo del vehículo", dice Javier Paniagua, diputado del PSOE y ponente de la comisión que estudia los cambios en la seguridad de los ciclistas. Un taxista barcelonés, Josep Capdevila, ha emprendido una tenaz batalla contra este tipo de infracciones y para ello está intentando formar una asociación a nivel nacional. Su tesis es que la Guardia Civil de Tráfico es el cómplice principal de este tipo de infracciones. "Jamás la denuncian", alega. De momento, ya ha acudido a los tribunales y ha presentado una denuncia contra el director de Tráfico, Carlos Muñoz Repiso, por "no hacer cumplir el Código de Circulación con equidad y mostrar públicamente no tener la menor intención de hacerlo".
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