Argentina se paralizará hoy por el clásico River-Boca
Argentina se encuentra en estado de oración y plegaria desde hace días. El River Plate y el Boca Juniors juegan a las cinco en punto de la tarde, las doce de la noche en España (Sportmanía), lo que se ha vendido como el último "clásico de los clásicos" del siglo. El país futbolístico, inclusive los aficionados a los otros equipos, se divide en dos. Una multitud sitió las taquillas durante dos días, se enfrentó a la policía y se jugó la vida por una entrada sin dejar de cantar.Un River-Boca no es un mero rencor, un resentimiento, una defensa territorial, una lucha de clases sociales o la rivalidad entre dos barrios o ciudades. Es un conflicto central que parte en dos a las familias, los vecinos, las calles, los barrios, las ciudades, el país. El partido de mañana agrega dos ingredientes que hacen hervir la pasión a una temperatura infernal. Por primera vez desde 1962 los dos llegan al superclásico como líderes del torneo, y al partido se le atribuye la disputa no oficial de un título extra: quién es el mejor desde que comenzó la era profesional en 1931. Para no correr riesgos, debido a los malos resultados de los últimos años, los directivos del River han hecho colocar un cartel enorme en el estadio en el que se atribuyen ser, precisamente, "el campeón del siglo" porque ganaron más títulos de Liga (27 contra 18). Los del Boca creen que lo único que vale es el resultado mano a mano, cara a cara, entre los dos equipos. En esa estadística, Boca gana: 61 victorias, por 56 de River.
El River -si pierde, Ramón Díaz, el entrenador, será reemplazado por Américo Gallego al finalizar el torneo- apuesta a sus dos figuras juveniles, el media punta Aimar, de 19 años, y el delantero Saviola, de 17. Boca es más sólido en todas las líneas. Pero sin Guillermo Barros Schelotto, con un desgarro muscular, pierde potencia y claridad en ataque. No tiene a nadie que pueda acompañar a Palermo. El partido tiende al empate, pero el espectáculo estará también en las tribunas y en las casas y los bares, donde más de veinte millones de personas seguirán el juego por televisión con los colores de uno u otro en el corazón.
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