Voto útil, voto inútil JOAN SUBIRATS
En este final de campaña reaparece, como casi siempre, el fantasma del voto útil. Desde hace muchos años desconfío de quienes me hablan de la política correcta, de la solución racional o de gestión eficiente. Sobre todo, si quienes lo hacen no añaden y explicitan con qué criterios emiten tales juicios de valor. Es cierto que en la mayoría de sistemas electorales, al no haber una absoluta proporcionalidad, al existir barreras mínimas de acceso a la distribución de escaños y al haber circunscripciones con pocos escaños que reducen muchísimo las posibilidades de obtener representación de las formaciones más pequeñas, el tema de la utilidad o inutilidad del voto ha ido ganando consistencia. Desde esa perspectiva, sería voto útil aquel que consiga obtener representación o, dicho de otra manera, que consiga traducir en escaños parlamentarios la opción electoral escogida. Puede considerarse asimismo útil, de manera más restrictiva, aquel voto que sirve para formar gobierno, es decir, que se dirige sólo a opciones electorales capaces de acabar gobernando de manera directa. Con ello se niega utilidad a quienes con su voto quieren expresar otras ideas: protestar, dar testimonio, expresar su apoyo genérico a la democracia y no a un partido en concreto, etcétera. Alguien que vote en blanco puede ser consciente de que su voto no formará gobierno, e incluso que puede llegar a no ser contabilizado, pero no por ello quiere dejar de expresar, por ejemplo, su responsabilidad ciudadana, su rechazo a las opciones políticas presentes, su desagrado ante la manera de hacer política de unos y otros. O aquellos otros que votan una opción sin posibilidad alguna de obtener representación no por ello piensan que tiran su voto, ya que su voluntad es precisamente reforzar su posición, quizá minoritaria pero no por ello, desde su punto de vista, menos justa ni necesaria.
En la actual contienda, los votantes de CiU no creo que duden de la utilidad de su voto desde la concepción más general que se da a ese término. Pero, quizá no valoran que la agonía en que pueden entrar la coalición y el liderazgo de Pujol en estos próximos cuatro años merecerían un final más drástico. Viendo al número ocho de la coalición, Duran Lleida, hacer campaña, uno diría que está preparando por su cuenta la próxima legislatura. ¿Cuál será realmente la utilidad del voto a CiU? ¿Servirá para reforzar el nacionalismo de la formación o para reforzar los actuales lazos con los conservadores populares? Votar Pujol, ¿le ayudará a obtener sus míticos 60 diputados, o se usarán esos votos para que UDC forme grupo parlamentario propio? Dado el margen que le confieren las encuestas a Pujol, ¿un nacionalista catalán no debería buscar la utilidad votando a ERC para así disminuir las posibilidades de un potencial pacto con la derecha españolista?
Los votantes que quieran cambiar no parecen tener opción más útil que votar a Maragall. Pero, ¿no empujará ese voto a un cambio tibio y con demasiadas concesiones a unos y otros? Habrá quien piense que los perfiles del cambio son tan genéricos que no es útil arriesgarse a cambiar para no cambiar. ¿No sería mejor votar a Iniciativa en Barcelona o a ERC para así reforzar la renovación? Un votante socialista de toda la vida, ¿considerará útil votar a Maragall, que ha dejado entrar en las listas a tanta gente que no se ha currado la dura vida de partido en tiempos nada propicios a las alegrías del campo socialista o pensará que se las componga como pueda y que es más útil dejar claro de una vez que sin el partido no hay salvación posible? Y ese otro ciudadano que simpatiza con la renovación de listas de Maragall y su aparente nueva forma de hacer política, ¿dudará de la utilidad de su voto a Maragall al considerarlo excesivamente atrapado por las redes orgánicas de su partido?
Los líderes de Esquerra Republicana lo han dicho muy claro. Votar ERC es votar el cambio de verdad, el voto que ayudará decisivamente a cambiar el sistema político de Cataluña en los próximos cuatro años. Pero, ¿y si toda esa fraseología acaba derivando en lo que ellos mismos han calificado de "viagra" para Pujol? ¿Será entonces útil ese voto? Iniciativa insiste en que si no se quiere que el posible cambio en Cataluña acabe siendo excesivamente temeroso y condescendiente con los privilegiados, si se quiere un giro a la izquierda, lo útil es reforzar el ala radical del cambio, lo útil en Barcelona es votar a Ribó. ¿No acabará ese voto siendo fagocitado por la maquinaria pesecera? ¿Se notará lo suficiente? Los votantes anguitistas y ecologistas están curados de espanto. Si insisten en votar a sus formaciones es claramente porque su concepción de lo útil tiene poco que ver con perspectivas inmediatas de ejercer labores de gobierno. No por ello tenemos que dudar de su utilidad. Su perspectiva es distinta.
Ante todo ello, lo más prudente es dejar que cada quien decida la utilidad de su voto. Lamentablemente no nos permiten incluir nuestras observaciones o condiciones en la papeleta. Ello aleja la posibilidad de pedir cuentas concretas, de retirar nuestra confianza si se incumpliera ese pacto. Tal como están las cosas, no nos dejemos comer el tarro con la perorata del voto útil. No confundamos la democracia con el recuento de votos. No nos dejemos arrebatar nuestra utilidad. Mañana, todos a votar útil.
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