Los arquitectos coinciden en criticar las bases del concurso sobre el Prado

Una buena respuesta para una mala pregunta. Éste fue el dictamen dado anoche por el experto Pedro Monleón sobre el proyecto de Rafael Moneo para la ampliación del Museo del Prado, cuyas limitaciones criticaron. El escenario fue un debate sobre la reforma de la gran pinacoteca española, en la que participaron el público y los arquitectos León Benacerrat, Enrique Domínguez, Antón Capitel y Ángel Fernández Muñoz.

La mesa redonda, en Crisol-Galileo, fue moderada por el arquitecto Ángel Luis Fernández Muñoz, especialista en rehabilitación de espacios multidisciplinares. Inició las intervenciones el arquitecto León Benacerrat, que explicó la expectación suscitada por el primer concurso de ideas para la ampliación del Prado, al que él concurrió junto a otro profesional, estadounidense, con un proyecto que fue seleccionado para la segunda fase. Benacerrat señaló cómo los concursantes sortearon las bases y su decepción tras el fallo.Para su colega Enrique Domínguez, el resultado del concurso "no registró propuestas innovadoras, sino que se optó por soluciones conservadoras. No se valoraron propuestas que incluyeran una mínima capacidad de intervención", añadió. "En la segunda fase del concurso", destacó Domínguez Unceta, "se produjo además un cambio de rumbo, en el cual las bases resultaron ser muy restrictivas, con una volumetría ya dada de antemano". A su juicio, "la Administración planteaba en la práctica un estadillo que había que ordenar con la mejor letra posible; creo que Rafael Moneo desarrolló un proyecto extraordinario y habilidoso", para satisfacer las bases exigidas. Se mostró luego asombrado por la evolución del impacto del proyecto de Rafael Moneo: "Algunos de los autores de aquel fallo, han puesto posteriormente en cuestión su previa decisión de aceptarlo".

Pedro Monleón dijo por su parte que los diferentes responsables del Prado "nunca mostraron demasiado interés por la propia arquitectura del museo". Y precisó: "Felipe Garín fue el primer director que se dió cuenta de que la arquitectura del Prado, trazada por Villanueva, era parangonable con la pintura y la escultura que albergaba". Hizo después un relato histórico de los diferentes procesos de ampliación del Museo, desde la primera, acometida por Fernando Arbós, hasta las subsiguientes de Pedro Muguruza y Chueca Goitia: "Todos se inclinaron por ampliarlo en dirección Norte", agregó. Monleón dijo asimismo que Garín encargó a Francisco Partearroyo un proyecto -"que nunca pasó de anteproyecto", matizó- "en el que intentó dar servicio al museo mediante una fórmula que incluía salas de exposiciones temporales, guardarropía, carga y descarga y todos los elementos que, años después, serían exigidos en el concurso de ampliación. La propuesta de Partearroyo", añadió, "implicaba una vuelta al origen del trazado a través de la recuperación de una rampa por la fachada Norte (la de la Puerta de Goya). De tal modo", prosiguió Monleón, "se establecía un paralelo entre el sentido de la visita al museo y el propio paseo del Prado (en sentido Norte-Sur), con la misma impronta ideada por el arquitecto Juan de Villanueva". Se lamentó luego de que nunca el Prado haya contado con una sala de Arquitectura y resaltó la existencia de toda una cadena de despropósitos. "En resumen", dijo, " creo que a una mala pregunta como la planteada por las bases, Moneo ha dado una buena respuesta".

Antón Capitel destacó, por su parte, que los arquitectos del Prado "siempre han tenido malos clientes", en referencia crítica a los encargos que les han sido formulados. Señaló que el edificio neoclásico de Villanueva "fue el primero construido en España fuera de la lógica de los patios o claustros, con una limitación básica, la de estar edificado sobre una ladera". En esta determinación situó Capitel buena parte de los problemas arquitectónicos que las sucesivas actuaciones han planteado. "No creo que el problema del espacio sea la cuestión crucial, ya que hay espacios disponibles cerca"; y citó algunos de ellos. "En cuanto a la iglesia", agregó, "ha seguido un diálogo engañoso y artificioso. "Los Jerónimos hubieran podido ser expropiados de nuevo", dijo Capitel, que defendió las soluciones propuestas por Moneo.