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Otra vez

JAIME ESQUEMBRE

Cuán equivocado está Julio de España. Insiste el hombre en que sólo el Segura huele mal en la Vega Baja, aunque últimamente matiza que "el río y, naturalmente, los elementos propios de las necesidades fisiológicas de sus habitantes". No sé si aplicar a estas palabras la semántica pura y dura, lo que sentaría al presidente del PP de Alicante en el trono del reino de los ingenuos, o inclinarme por pensar que, sabiéndose en horas bajas y con un pie fuera de la presidencia tras perder la gracia concedida antaño por el Rey Sol, ha optado por desmelenarse y se atreve incluso con los eufemismos, lo que nos llevaría a traducir que para este dirigente popular algunos habitantes de la Vega incluyen las corruptelas entre sus necesidades fisiológicas.

Primero fue Orihuela, sobrepasada de corrido por Dolores, y ahora Callosa de Segura. El sur sigue vivo, y sus políticos en forma para dar faena a jueces y fiscales. Dice don Julio que no le entra en la cabeza que sus hombres ofrezcan prebendas a terceros para violar el resultado de las urnas y conseguir el poder que les fue negado por los cauces habituales. Sin duda está aprendiendo, y emula a sus superiores haciendo gala de una prodigiosa memoria selectiva que sólo en esta parte del globo queda impune.

Porque no hace tanto que el propio PP intentó, y consiguió, lo mismo en Dolores, cuando comprometió millonarias subvenciones públicas a cambio de una censura que acabó con el poder socialista. No es lo mismo, me dirán, prometer obras para el pueblo que dineros para el sobornado. Y es verdad, pero se trata de otro matiz, un efecto colateral del camino trazado para llegar a idéntico destino.

Es curiosa la simbiosis política-empresa que reafirma su hegemonía demasiado a menudo en La Vega Baja. En Callosa, como antes en Dolores y en Orihuela, todos los casos de presuntas corrupciones que han llegado al juzgado van acompañados por una lista de constructores supuestamente implicados. Y es que la cabra siempre tira al monte, que es lo suyo.

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