El negocio de la obra pública
La obra pública es el principal nicho de negocio de Torrescamara, constructora creada en Oliva en 1986 por José Torres, Juan Cámara y otros socios. "Con 24 años y recién acabada la carrera de ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, me fui a Alicante como empleado de una empresa de estructuras. Allí conocí a José Torres que me llevó a Oliva y me introdujo en el negocio", explica el presidente, Juan Francisco Cámara. Su experiencia era estrictamente profesional; su familia nunca había estado vinculada al negocio de la construcción.Se especializaron en la obra pública, porque su crecimiento es constante y seguro. Su cartera de obras dio un salto cuantitativo y cualitativo desde que en 1993 realizaran el encauzamiento del río Serpis en Gandia.
Dos años después, en 1995, la sociedad empezó a crecer, con lo que amplió sus actividades y se transformó en un grupo de empresas integrado por una cantera, una industria de prefabricados de hormigón y una promotora.
Los denodados esfuerzos de la sociedad le han permitido consolidarse en un mercado tan voraz como el valenciano. Torrescamara se encarga, en uniones temporales con otras constructoras, de la regeneración de las playas de El Saler y de Peñíscola (5.500 millones de presupuesto), de la construcción de la circunvalación de Burriana (1.500 millones) y conservación de la zona de Bétera; de las depuradores de Pego y Bétera, del hospital de Vila-real o de los polideportivos de L"Eliana y Oliva. La sociedad también ha hecho sus pinitos en el campo de la rehabilitación y tiene adjudicadas las obras de ampliación del museo de la ciudad, donde ha descubierto una antigua capilla que se integrará en el museo.
La constructora, con unos bienes patrimoniales valorados en 1.500 millones de pesetas, cerrará este año con una facturación de 3.000 millones de pesetas y 70 personas en nómina, de los que un 40% son técnicos.
A sus 40 años, Cámara y el resto de su equipo se disponen a subir otro peldaño. El presidente aspira a multiplicar por tres su facturación actual en cinco o seis años, sólo así es posible abrirse a proyectos de fuera de la Comunidad Valenciana. "Esto se podrá hacer porque, en diciembre o enero próximos, Bruselas aprobará los presupuestos para los fondos estructurales [cerca de 3 billones de pesetas entre dinero público y privado]. Se abrirá una época en la que, si la Administración confía en las empresas valencianas, como hasta ahora, no es que vayamos a crecer nosotros, sino que lo harán todos los que apuesten por la investigación y el desarrollo", apunta el presidente.
Torrescamara invierte todos los años entre 100 y 150 millones de pesetas en bienes industriales, "no en terrenos", se apresura a matizar Cámara. Comulga con la filosofía que el empresario Juan Roig impuso en Mercadona, por eso, en las oficinas centrales que la constructora tiene en Oliva pueden verse paneles donde la Administración es el jefe de la empresa. "Le sigue el trabajador y al final está el capital. Y lo cumplimos", subraya.
Cámara es optimista cuando piensa en el futuro. Desde hace unos meses es parte de un consorcio, promovido por la Generalitat, en el que participan otras 11 constructoras valencianas, así como Bancaixa, la CAM y el Banco de Valencia. "Es un proyecto a largo plazo, orientado a Suramérica y el norte de África, porque aquí el stock de capital público tenderá a estancarse".
Torrescamara es una de tantas constructoras accionistas del parque temático de Benidorm Terra Mítica. Forma parte del conglomerado de empresas locales, que tienen un 5% del capital de la sociedad. "Somos accionistas del tramo humilde", declara. Recientemente ha entregado los aparcamientos del recinto, que ha construido en ute con Pavasal, otra constructora valenciana.
Pero el parque temático no es el único proyecto pendiente. Ahí están el parque central, el Balcón al mar o el mismo tren de alta velocidad, todos proyectos al alcance de la mano de los constructores valencianos que, en cuatro años, han logrado superar las barreras de entrada y obtener de la Administración las certificaciones necesarias para acceder a obras de mayor envergadura.
"¿Las relaciones con las grandes constructoras? Excelentes", afirma sin atisbo de duda.
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