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Por esa boquita

Carmen Morán Breña

NEGRITASSilencio en la suave noche sevillana. De repente, se desencadena la tormenta. Truena y truena. Cuando éramos pequeños, corríamos a guardar debajo de la cama la caja de los gusanos de seda, para que no se atronaran, decían. La pasada tormenta, sin embargo, servidora se acordó de Luis Miguel, pobre, que le está cayendo en la calle un chaparrón de tres pares de isobaras cruzadas. Se moja el cantante mexicano abajo en la fachada de la panadería, se empapa hasta los huesos en la valla publicitaria y en los cartelones que cuelgan de la avenida. Se mojó el rey del bolero por todo Sevilla y eso que todavía no había llegado a la ciudad.Ahora se entiende que haya pedido 100 toallas para uso personal, con la que le cayó encima. Lo que sigue siendo un misterio es por qué el cantante necesita que sean azules. Cuestión de caprichos. Luis Miguel sólo tiene que pedir por esa boquita y, ay del que se le ocurra contrariarle, con esa cara con la que mira desde el cartel que anuncia su actuación. Que mira a sus seguidoras como diciendo, "si te vas, no vuelvas" o "aquí te pillo, aquí te mato". Pone cara de lince al acecho, gesto peleón. Parece que lo último que vaya a cantar este señor sea un tierno bolero. Más bien predice música dura, como dicen ahora, onda Rolling Stones. Aunque este chico sólo se parece a los británicos en eso de las toallas: los Rolling las querían blancas y lavadas una sola vez. A pedir por esa boquita (o lo que sea que tiene Mick Jagger debajo de la nariz. Otro misterio irresoluble).

Luis Miguel también ha pedido que la habitación de su hotel esté decorada con muebles de diseño de la más rabiosa actualidad. Y plantas exóticas, quiere, pero que no sean de plástico, ojo.

Amenaza con llover el viernes y José Caballos, portavoz de los socialistas en el Parlamento andaluz, pide que rectifiquen los Presupuestos Generales del Estado. Piden y piden.

Sigue lloviendo en Sevilla. Los que sólo podemos pedir el día de los Reyes Magos, nos conformamos con que no suba el jamón serrano. El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Jamón de Huelva dice que sin agua no hay bellotas y que se están viendo obligados a criar menos cerdos por ese motivo. La escasez de lluvias merma la hierba que crece bajo las encinas y los cerdos no se motivan para comer. Eso sí es una pena. Que llueva, por favor. Sólo pedimos eso.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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