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Una avalancha de barro sepulta un colegio de México en el que se refugiaban 50 personas

Juan Jesús Aznárez

Una avalancha sepultó bajo dos metros de fango y piedras una precaria escuela del Estado de Puebla que albergaba a medio centenar de personas, entre ellas 20 niños, expulsadas de sus viviendas por las inundaciones producidas por una depresión tropical que se abate devastadora sobre el sur y centro de México desde hace una semana. Las pérdidas materiales y humanas causadas por los aguaceros y las crecidas de los ríos en Puebla, Oaxaca, Veracruz, Jalisco, Hidalgo y Michoacán son elevadas: 180 muertos, según recuentos locales de carácter provisional, y 200.000 damnificados.

Las lluvias han causado la destrucción total o parcial de miles de viviendas, carreteras, caminos, tendidos y obras de infraestructura. El número de desaparecidos, según cálculos no oficiales, puede igualar al de muertos.El derrumbe, que aplastó la escuela, construida con adobe y láminas de cartón, se produjo la noche del miércoles en un alejado y paupérrimo poblado indígena de Mixium, y entre las víctimas figuran 20 niños, su maestra y el director del centro. La alerta corrió a cargo de Ismael Pérez Cruz, alcalde de Pantepec. Las peticiones de ayuda eran ayer desesperadas, pues existe la certeza de que puede salvarse la vida de adultos y niños que agonizan bajo tierra, la mayoría indígenas nahuas. Confusos todavía los datos sobre esa tragedia, y dispar el balance de los daños y víctimas en todo México de acuerdo con la fuente que proporciona la información, el alcalde de Pantepec, cabecera municipal a la que pertenece Mixium, aseguró que el alud de rocas, barro, árboles y materiales arrastrados por las torrenteras sorprendió a los refugiados cuando había entrado la noche.

Poco pudieron hacer por escapar, pues quedaron sepultados de golpe. La ausencia de maquinaria pesada, las intensas lluvias y las pésimas condiciones orográficas impidieron una rápida operación de salvamento. Testigos del hundimiento recordaban los gritos de las víctimas, aprisionadas todas por troncos, ramas, barro y piedras.

Los diluvios, desbordamientos de ríos y afluentes, y el impacto sobre sembrados y aldeas de las aguas liberadas por las compuertas de presas con fisuras en sus paredes de contención, arruinaron patrimonios y tuvieron consecuencias mortales. Sólo en la Sierra Norte de Puebla, de acuerdo con el diario La Jornada, murieron 136personas, y otras 150 han desaparecido como consecuencia del medio centenar de derrumbes ocurrido en áreas de difícil acceso, aisladas, sin teléfonos, electricidad o agua potable.

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