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Oídos sordos a una brutal paliza

El Ayuntamiento de Balaguer (Noguera) ha abierto una investigación interna para esclarecer la pasividad demostrada por dos agentes de la Policía Local cuando un ciudadano marroquí de 24 años acudió a ellos para denunciar que acababa de ser agredido brutalmente por una banda de cabezas rapadas. La víctima, que trabajaba en una cooperativa frutícola de Térmens, está todavía de baja por las lesiones sufridas en el hombro izquierdo.La supuesta agresión ocurrió en la noche del pasado 18 de septiembre en el paseo de la Estació, una de las calles más transitadas de Balaguer. Sin embargo, el alcalde de la ciudad, el socialista Miquel Aguilà, no supo de la misma hasta el martes pasado, cuando la propia víctima, Haj Moumni, le explicó lo ocurrido y se quejó del comportamiento de alguno de los agentes que esa noche estaban de guardia y que no hicieron constar en los partes del día ningún incidente como el denunciado. "No me hicieron caso y además se negaron a acompañarme al lugar de los hechos para identificar y detener a mis agresores", explicó ayer Haj.

Aguilà, que ha solicitado un informe por escrito al responsable de la Policía Local, manifestó ayer que Haj se quejó especialmente de que la actuación de uno de los agentes, el de mayor edad, no había sido lo correcta que esperaba. "Si se demuestra que actuaron con pasividad, actuaremos en consecuencia", añadió Aguilà, quien opina que lo más grave no fue la actitud policial, sino la agresión por motivos racistas.

Haj es un estudiante que domina varios idiomas. Hace dos años llegó a España con la intención de ampliar sus estudios y prepararse para trabajar de intérprete, pero por falta de dinero tuvo que realizar diferentes trabajos en este tiempo. Ayer recordaba la brutal paliza como una mala experiencia, ya que se sentía integrado en Balaguer, donde tiene muchas amistades. En su opinión, "está claro que la agresión fue por motivos racistas. No existe otra explicación".

Haj recuerda que cuando estaba aparcando el vehículo los ocupantes de un turismo situado detrás le miraron mal. "Al cabo de dos horas volvimos a coincidir en otra calle y ellos habían ido a buscar al resto de la banda, me seguían y hacían sonar el claxon". Lo primero, explica, fue decirle: "¿Qué pasa, moro de mierda?", y sin darle tiempo a reaccionar, le empezaron "a pegar con un palo de beisbol". "Caí al suelo y ante la lluvia de golpes y patadas que me daban por todo el cuerpo sólo pensaba en protegerme la cara. No podía escapar. Si los agresores hubieran sido dos o tres me habría defendido, pero al menos eran 15. Mi amigo se quedó atemorizado en el coche", explica Haj.

Libertad para los agresores

Sin embargo, lo que más le duele al joven marroquí es la actitud que tuvieron los policías locales cuando acudió a denunciar los hechos. "Los dos más jóvenes me trataron bien", añade, "pero el mayor no quería dar importancia a lo ocurrido. Les propuse acompañarles para identificar a los agresores y se negó alegando que tenía muchas cosas que hacer. Al final no me quedó más remedio que ir a la Guardia Civil".

Ahora Haj tiene miedo de salir de casa porque la Guardia Civil dejó en libertad a los cuatro rapados que habían sido detenidos dos días después de la agresión, sin que ni quiera declarasen ante el juez de guardia

"No entiendo que estén en libertad. Si el agresor hubiera sido yo me habrían buscado y ahora estaría en prisión. Estoy en situación legal en España y por eso los he denunciado y pienso llegar hasta el final. Cuando se haya hecho justicia me iré a otra parte. No quiero problemas", explica.

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