Un vuelo de Iberia
Como pasajero, al igual que mi esposa, Alicia Antich, del vuelo 6841 de Iberia quiero hacer públicas las vicisitudes vividas. El vuelo 6841 de la compañía Iberia, que debía partir un lunes de septiembre del aeropuerto de Barajas a las 23.40 con destino a Buenos Aires, debió posponerse por la oposición de los pasajeros a emprender la travesía y exigió al comandante de la aeronave (Lope de Vega) cancelar el despegue.El hecho se inició a la 1.35, cuando, después de más de dos horas de esperar a bordo de la aeronave, cerrada y sin aire, el capitán nos informa de que "dentro de 10 minutos, una vez terminado de reparar el arranque de una turbina, comenzaremos el despegue" (sic). Al ver que la aeronave se encontraba ya en pista, sin luz y sólo con las sendas de iluminación de emergencia encendidas, una mujer del pasaje, presa de pánico, comenzó a gritar alertando al resto de los pasajeros de tal situación y afirmando que eso implicaba un riesgo similar al que corrió el avión de Lapa estrellado en el aeropuerto Jorge Newbery, de Argentina.
Todos observábamos por las ventanillas que el motivo de la demora era que un grupo de operarios (en cuatro vehículos) se encontraba reparando una de las turbinas, y no, como se nos informaba en principio, que la demora se debía a que había mucho tráfico. Numerosos pasajeros comenzamos a reclamar a gritos a la tripulación de Iberia, equipaje en mano, exigiendo que nos dejaran bajar de la nave, petición a la que se sumaron otros. La tripulación, en actitud fuera de todo contexto racional, comenzó a presionarnos para que no abandonáramos la nave. Nos amenazaron con que perderíamos el billete del vuelo y que las maletas las deberíamos retirar de la aduana de Ezeiza, ya que la nave, resuelto el problema, se encontraría en condiciones óptimas de vuelo.
A pesar de las advertencias, decidimos bajarnos en Barajas. A raíz del cariz que tomaron los acontecimientos, le comunicaron al comandante que debía hacer regresar el avión hasta la manga. Una vez abierta la puerta, todo el pasaje descendió del avión y, ante la reclamación de los indignados pasajeros frente a los mostradores de Iberia, la companía debió posponer el vuelo hasta las 14.00 del día siguiente y llevar a todos los pasajeros a distintos hoteles cercanos a Madrid; entre ellos, el hotel Beatriz de Toledo.
Al día siguiente estimo que, luego de haber revisado por la mañana el buen funcionamiento de la aeronave (Lope de Vega), el vuelo se desarrolló normalmente. Por todo esto, es nuestro deber informar del incidente para conocimiento de la opinión pública y de todos aquellos que tenemos necesidad de viajar en aviones, ya que la seguridad es el mejor servicio que las líneas aéreas deben proveer a sus pasajeros.- Carlos A. Ferrari. .
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