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Entrevista:

"Somos un producto innegable de la época franquista"

Cada vez que Andrés Sopeña publica un libro, la editorial le pide una autobiografía para la solapa. Él tiene la costumbre de inventársela. Véase una muestra: "Es zurdo, depresivo, no conduce, aún no se ha hecho un plan de pensiones". Sopeña admite haber nacido en Madrid, pero no da fechas; le basta decir que llegó a Granada "después de los Reyes Católicos". Este profesor de Derecho es el autor de El florido pensil y La morena de la copla, dos libros-álbum llenos de ingenio que reconstruyen crítica y cómicamente la atmósfera opresiva del franquismo. Ahora acaba de reeditar ¡Hola! Soy Gaudeamus, que destripa con igual agudeza la universidad.Pregunta. ¿Por qué resucita Gaudeamus?

Respuesta. Para demostrar que 20 años no es nada. La universidad de hoy se parece sospechosamente a la de los años setenta: por eso el personaje y sus problemas siguen siendo actuales. La universidad ha evolucionado de un modo nefasto, ha sido un gran desengaño. Y las publicaciones académicas son intrascendentes en el peor de los sentidos. Es predicar a las beatas; te leen tus compañeros, ¿y para qué explicarles lo que ya saben? Se trata de contar cosas a la gente, que para eso estamos al servicio de la sociedad. Es una forma de militancia; yo me siento mejor sabiendo que miles de personas han leído el pensil o la morena, o que han visto la obra de teatro del pensil, y se han reído del fascismo. Cada libro, cada función, son un éxito personal e ideológico.

P. Gaudeamus es una obra peculiar,que mezcla textos, tiras cómicas... Es difícil clasificar sus libros.

R. Nada impide que un libro tenga diálogos, reflexiones personales e imágenes reales o ficticias, todo junto. A mí me conviene este formato, porque me importa mucho la dimensión visual. Los dibujos de las enciclopedias y de las revistas, las poses de los cantantes de la época, son muy evocadores. Y ninguno de estos libros estaría completo sin las ilustraciones.

P. ¿Le gusta la adaptación del pensil al teatro?

R. Me divirtió mucho. Cuando me lo propusieron me parecía muy difícil. Pero lo mejor que le podía pasar a la adaptación, y le pasó, es que fuese otra cosa. No es cuestión de fidelidad al original. Yo no intervine en la adaptación al teatro, pero estoy escribiendo el guión para el cine. Es un guión relativamente lineal, a diferencia del libro; narra un período en la vida de cinco niños, ligado sobre todo a la escuela... No me resultó difícil, estoy metido en los personajes hace mucho, pero no sé es si es bueno o no.

P. ¿Por qué vuelve siempre al franquismo?

R. Porque somos un producto innegable de esa época, y no hemos superado lo que aprendimos entonces. Hay brotes de racismo, intolerancia, un dogmatismo feroz, mucho lastre sentimental... Yo intento hacer un exorcismo.

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