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Izquierda, izquierda

IMANOL ZUBERO En abril de 1989, publicaba este diario un artículo de Agnes Heller en el que se reflexionaba sobre la caída del comunismo soviético en los siguientes términos: "Lo que se está derrumbando ante nosotros es una forma particular de socialismo, el socialismo con unas ambiciones filosóficas gigantescas y sin ninguna conciencia ética, no el socialismo como tal". Los tiempos estaban cambiando y al ritmo de ese cambio se componía por enésima vez una cancioncilla que, con algunos arreglos menores, vuelve a escucharse en nuestros días: es la canción de una izquierda que, como el atormentado príncipe de Dinamarca, oscila entre el ser y el no ser sin saber a qué carta quedarse. ¿Tiene hoy algún sentido político (más allá de una subjetiva autocomplacencia) reclamarse de izquierdas? En su conocida obra sobre las razones y significados de la distinción política entre "derecha" e "izquierda", Norberto Bobbio afirma que estos no son conceptos absolutos sino relativos: no hacen referencia a cualidades intrínsecas del universo político, sino que representan una determinada topología política: son lugares del espacio político. Por tanto, no designan contenidos fijados de una vez para siempre, su significado depende de los tiempos y de las situaciones. Hoy ha cambiado el espacio político, atravesado de importantes transformaciones, y eso es lo que explica la pregunta por la identidad de la izquierda. Hasta aquí, nada que objetar, aunque no deja de sorprenderme que las transformaciones del espacio político no afecten de igual manera a la derecha, que parece tener muy claro no sólo su lugar, su topología, sino también su ser, su ontología. Pero, ¿no hay nada sustantivo en la izquierda que permanezca sobre los cambios de situación y tiempo? ¿es todo cuestión de topología política? Reflexionando sobre estos elementos característicos de la izquierda, el mismo Bobbio señala la igualdad como el criterio fundamental para diferenciarla de la derecha. Pero para el pensador italiano también este criterio es relativo: cuando se atribuye a la izquierda una mayor sensibilidad para disminuir las desigualdades no se quiere decir que ésta pretenda eliminar todas las desigualdades o que la derecha las quiera conservar todas, sino como mucho que la primera es más igualitaria y la segunda más desigualitaria. Nos encontramos, pues, con que ser de izquierda o ser de derecha es una cuestión de grado, de estar más o menos a favor de una mayor o menor igualdad. Pero, ¿es sólo una cuestión de matices? Es un hecho que la izquierda ha sido capaz de situarse con inteligencia en cada encrucijada histórica, del mismo modo que ha sabido adecuar sus programas máximos a las condiciones de posibilidad de cada tiempo y lugar. Pero hay adaptaciones que matan. A aquel socialismo de grandes ambiciones filosóficas y ninguna conciencia ética que fracasó en 1989 le ha sucedido en 1999 un socialismo sin ambición filosófica y con el mismo déficit ético. Buscando su lugar en un espacio político en movimiento ha acabado realquilando un cuartito con derecho a cocina en la casa del todopoderoso capitalismo globalitario. Y esto es algo que ni ilusiona ni moviliza. Por aquí transita Giddens y su third way. Aunque suele decirse que el papel lo aguanta todo (lo que es mucho decir), el problema de aportaciones como la de Giddens es que se enfrentan al test de verificación de las adhesiones electorales: al neue mitte (nuevo centro) de Schröder no le están saliendo nada bien las cosas, por lo que en el laborismo británico se alzan voces que exigen recuperar elementos fundamentales de la tradición de la izquierda si no se quiere que la tercera vía sea en la que descarrile el tren de Blair. Que nadie se lleve a engaño: que la derecha se desplace hacia el centro es un pequeño triunfo para el progresismo; que sea la izquierda la que lo haga es un acomodo derrotista. El votante de izquierda que aúpa a los partidos socialdemócratas hasta el poder no quiere una izquierda que haga, con matices, la política de la derecha; quiere una izquierda que se comprometa con políticas de izquierda. Con los matices que hagan falta.

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