"Existe un prejuicio hacia el PP, pero cada vez es menor"
Mariano Rajoy lleva 18 de sus 44 años haciendo política. Además de una buena carga de puros para el día a día, en la recámara guarda cuatro mandamientos de andar por casa para navegar en despachos, escaños, mesas de negociación y periodistas. En sus propias palabras: "Paciencia, sentido del humor, espíritu deportivo y sentido de la indiferencia". Lo que más echa de menos de su anterior ministerio, el de Administraciones Públicas, es la agenda de actos, incomparablemente más liviana que la de Educación, Cultura y Deportes.Pregunta. El PP no termina de despegar en Cataluña y aparece resignado a perder ante Jordi Pujol y Pascual Maragall. ¿A qué lo atribuye?
Respuesta. Hay un partido que se mueve en un espacio electoral parecido al nuestro, que es CiU, y que recibe muchos apoyos que podrían venir al PP.
P. Sin embargo, tuvo un importante repunte con el tirón de Alejo Vidal Quadras. ¿No cree que se ha producido un desconcierto en su electorado tras la marginación de este político por la dirección nacional del PP?
R. Insisto en que el factor decisivo es que en Cataluña hay dos partidos consolidados, CiU y PSC. Pero confiamos en un crecimiento porque CiU lleva 20 años gobernando y ha cometido demasiados excesos y el PSC, con sus alianzas por la izquierda, también nos abre nuevas vías. En cuanto a Vidal Quadras es un militante como otros y punto.
P. ¿Quién prefieren ustedes que gane entre Pujol o Maragall?
R. Lo que queremos es que el PP se convierta en un partido decisivo en Cataluña, en un factor de equilibrio como sucede en el País Vasco.
P. No ha contestado a la pregunta.
R. La gestión con CiU ha sido enormemente positiva para Cataluña. Por tanto, lo verdaderamente importante es que el PP sea decisivo en Cataluña.
P. ¿No cree que las elecciones catalanas, con un previsible impulso del PSC, según los sondeos, pueden producir un efecto muy favorable al PSOE en las elecciones generales? R. No lo creo. El problema puede ser para el PSOE, que ha levantado muchas expectativas ante las elecciones. Lo que esperamos de estas elecciones es que el PP se convierta en un partido decisivo.
P. El hecho es que en las elecciones municipales y autonómicas, el PP perdió terreno. ¿No es el comienzo de su desgaste?
R. Perdimos poder político, pero no votos. No se puede hablar, por tanto, de desgaste. Además, en las elecciones europeas, las más políticas, aventajamos al PSOE en más de cuatro puntos mientras que en las generales sólo fue un 1,2. Es un dato importante porque los electores utilizan las europeas para castigar a los gobiernos como sucedió a Blair, Schröder o D"Alema.
P. Sin embargo, como usted admite, han perdido poder político. ¿No cree que ha habido una prepotencia en el PP que le ha impedido forjar alianzas en comunidades como Baleares o Aragón, donde fueron la fuerza más votada?
R. El pacto del PSOE en Baleares fue una grosería. Se unió con todos los partidos, incluidos los que se negaron a acatar la Constitución, para formar gobierno contra el PP. En cuanto a Aragón, el Partido Aragonés cambió de criterios porque perdió votos y temía la alianza con el PP. No veo la prepotencia del PP.
P. Admitirá que siguen sin terminar de despegar del PSOE cuando, como ustedes mismos dicen, España va bien. ¿A qué lo atribuye? R. Hubo un tiempo en que estábamos en el 27%. Después pasamos al 38% y ahora las encuestas nos dan por encima del 40%. Va a ser verdad eso de la lluvia fina.
P. No termina de contestar al por qué el despegue no es mayor. Felipe González, cuando el PSOE gobernaba y las cosas iban bien, les sacaba a ustedes 10 y 15 puntos de ventaja. ¿No existe una prevención del electorado hacia el PP?
R. Felipe González fue bajando en todas las elecciones. Aznar va subiendo. No voy a decir que no exista un prejuicio hacia el PP, pero cada vez es menor. No olvide que la UCD nunca pasó del 35%. En España nunca gobernó una derecha democrática. El principal mérito de Aznar ha sido la construcción de un partido homologado con los partidos europeos. Hay gente que, por prejuicios, no nos hubiera votado en los años ochenta y ahora lo hace. Creo que sucede cada vez más que la gente vota por la acción del Gobierno y menos por los prejuicios.
P. ¿Es verdad que usted no iría a Galicia ni atado mientras mande Fraga?
R. No es cierto porque mis relaciones con Fraga son buenas. P. Pasando a temas educativos, ¿es prudente anunciar la reforma de la LOGSE antes de su plena implantación y sin conocer objetivamente sus resultados?
R. Anuncios de reforma sólo he hecho uno, el de la Formación Profesional. En este momento de la legislatura no puedo plantear una reforma a fondo de la LOGSE, pero es bueno promover el debate, siempre sobre la base de que no soy partidario de grandes revoluciones.
P.¿Qué cosas funcionan mal?
R. Mi convicción firme es que el paso del grado medio al superior de la Formación Profesional tiene que mejorarse. A partir de ahí, yo puedo tener mis impresiones, pero quiero ver la evaluación que encargaré al Instituto Nacional de Calidad y Evaluación y hablar con todos los sectores. Por eso lanzo el debate. Creo que hay que reforzar materias como las matemáticas y la lengua, así como las humanidades. No tengo tan claro si todos los chicos deben estudiar exactamente lo mismo hayan trabajado mucho o poco en la ESO. Quizá haya que adelantar la diversificación y los programas de garantía social.
P. Ustedes dan la imagen de administrar de mala gana la LOGSE. ¿A qué lo atribuye? R.No la estoy administrando de mala gana. Pero creo que hay cosas susceptibles de mejora. Ahora bien, lo que detecto en las fuerzas políticas de la oposición es muy grave: no tienen ni capacidad para la duda. Nos presentan la LOGSE como algo inmutable, pero yo no creo que sea indiscutible.
P. El adelanto a los 14 años de los programas de garantía social (para alumnos que fracasan), que actualmente se imparten fuera de los institutos, ¿no sería una segregación de alumnos por rendimiento, en contra de los fundamentos de la LOGSE?
R. Es un asunto que quiero que se debata. Aún no lo he planteado estrictamente. Una cosa son las medidas que aprueba el Gobierno y otra los debates que propone.
P. Después del fiasco político del plan de humanidades, rechazado por el Congreso en diciembre de 1997, ¿qué piensa hacer para retomar la iniciativa?
R. El plan de humanidades es un tema en el que los socialistas demostraron poca generosidad e incluso muy poco patriotismo. En el fondo, ellos estaban de acuerdo. Ahora tendremos que buscar votos, porque con los nuestros no podremos sacarlo adelante. De todas formas, aun teniendo mayoría yo intentaría pactar. Es un tema de suficiente trascendencia como para no hacerlo solos.
P. Los rectores piden que el Gobierno lidere un esfuerzo para aumentar la financiación universitaria.
R. Cada uno debe asumir sus responsabilidades. Las comunidades tienen la competencia para financiar las universidades. Mi presupuesto universitario es cero. El Estado tiene un papel importante que desempeñar, pero también las comunidades autónomas y las mismas universidades, en virtud de la autonomía universitaria.
P. ¿Qué será del Ministerio de Educación y Cultura cuando culminen las transferencias a todas las comunidades?
R. El ministerio dejará de ser un departamento gestor. Necesitaremos planificadores para elaborar leyes y normas que debatirán las Cortes sobre grandes temas. El objetivo básico del ministerio del futuro será cohesionar la educación en España. Y en ello tendrán también importancia capital el Consejo de Universidades y la Conferencia Sectorial de Educación.
P. ¿Es optimista sobre la capacidad de armonización del sistema educativo teniendo en cuenta la situación autonómica?
R. Soy optimista. Eso sí, tendremos que dialogar mucho. Las cosas se pueden acordar, aunque ello suponga que uno no llegue al 100% de sus objetivos. Hemos sido capaces de conseguir un Estado descentralizado y armónico. A ver si somos capaces de construir un sistema educativo descentralizado, pero con bases comunes, como corresponde a nuestra historia.
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