_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Pena de muerte

Querido amigo, Antonio Rodríguez Almodovar. Leo tu columna del día 30 sepultada entre libros llenos de esperanza. No hay nada que pueda hacerme sufrir tanto en estos intensos momentos profesionales como el chiste de El Roto en EL PAÍS de días pasados, en el que dice Cristo desde la cruz, con un humor punzante y certero lo que ya hemos leído los que leemos el Evangelio: "Si en el árbol verde hacen esto, ¿qué harán en el seco? Pero no lloréis por mí, llorad por vosotros y por vuestro pueblo". Si esto lo hemos leído los cristianos, no es para quedarnos paralizados, porque la "buena noticia" es un misterio inexplicable desde la semiótica, desde el estructuralismo o desde la fenomenología; eso lo conocemos bien los biblistas, entre los que me incluyo. Lo que pasa es que cuando el misterio de la existencia, y las contradicciones de los hombres, que somos siempre susceptibles de corrupción, aparecen, hablamos de géneros literarios. Pero dentro de mi corazón que piensa y de mi mente sensible hay una brizna de luz muy delicada que se llama Fe. No lo puedo explicar: es un sentimiento y una clarividencia que me acerca a la Iglesia, alegórica y realmente madre, pero con su lado pecaminoso y su lado celestial. La mejor Teología para mí está sepultada en un esperanzado libro con aspecto de código de derecho romano. Me refiero a las constituciones, decretos, declaraciones y legislación posconcilial del Concilio Vaticano II. Dentro de sus páginas encontramos una hermosa consigna: "Gaudium et Spes", algo así como que los gozos y las esperanzas, como que los dolores y sufrimientos de los hombres están ahí sin que los entendamos, pero que la Iglesia tiene que aportar soluciones. Aquel Concilio nos llenó de expectativas o alternativas, pero yo no sé dónde lo han dejado los redactores y censores del nuevo Catecismo. Quiero alzar mi voz, que es lo que significa en realidad el verbo griego Katekeou, para que con el máximo respeto escuche el Pastor de la iglesia en su amada sede romana, y todos mis hermanos obispos, presbíteros, religiosos o seglares, que hay motivos y razones fuertes para obligar a decir no a la pena de muerte. Un no rotundo, sin paliativos, que equivale a un sí a la vida. Sólo un deseo de acomodación inconfesable puede ponernos, con el poder, el prestigio y el dinero, las artificiales gafas oscuras de la erudición que todo lo confunde. Querido Antonio, la pena de muerte no: no los creáis. Confieso que he vivido en la iglesia, vivo y viviré; que soy iglesia de Cristo como creyente y que la institución eclesiástica es eso, una institución. Es decir: una serie de acuerdos o negociaciones de sentido al servicio del Espíritu de dios que necesita buenos representantes. Nadie puede representar a Dios y decir que es lícito que muera, sin voluntad de Él, un ser humano.- María Dolores González Gil, doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación y experta en Teología Bíblica. Universidad de Sevilla.

Pacto por la educación

Ya ha comenzado el curso con relativa naturalidad. Confío en que la normalidad sea total a primeros de octubre pero que no nos olvidemos los implicados en el asunto de los problemas superficiales y de los profundos que nos afectan: ¡Son muchos y muy variados! Aquí reseño algunos: La Administración puede y debe mejorar muy mucho. Desde la central (Gobierno PP), enviando los fondos que corresponden a Andalucía por el censo real (¡basta ya de hacerse el rácano!), que dará más posibilidades para Educación; pasando por la autonómica (léase CEJA, Gobierno PSOE-PA), agilizando al máximo los procesos burocráticos (nombramientos, sustituciones, libramientos de fondos para los centros, actividades extraescolares...) y, finalmente, por la local (ayuntamientos), a los que se les ve el plumero cuando actúan en los colegios, viéndose claramente la sensibilidad social y educativa... Hay algunos que hacen llorar. Otros lo hacen muy dignamente con los escasos recursos de que disponen y las muchas obligaciones que soportan. El profesorado de los distintos niveles educativos está disecado por la presión que recibe desde todos los sectores, quemado por los sindicatos que manipulan descaradamente a sus afiliados y simpatizantes, a veces desorientado ante los problemas que plantea la LOGSE, estresado ante la enorme responsabilidad de su trabajo, desilusionado por la escasa colaboración de los padres de los alumnos que van mal, descoordinado con los compañeros de claustro. ¡Nunca se pagará del todo el desvelo de los docentes por hacer bien su trabajo y el interés y atención hacia el alumnado (en especial a los alumnos con problemas)! Los padres y familia. Una sociedad como la nuestra, con esta crisis tan profunda en valores fundamentales (respeto a personas y a cosas, solidaridad, comprensión, afecto...), donde se potencian el mínimo esfuerzo, el arribismo, el engaño, la competitividad desaforada, la superficialidad. Unos padres que sólo se preocupan (si es que lo hacen) de las notas y no de la evolución del proceso educativo de sus hijos... Mala colaboración van a potenciar con los agentes educativos. Alumnado. No se puede generalizar, pero la desmotivación, el desinterés, la apatía, la desgana, el desorden, la violencia contenida y concentrada que ven y viven en las casas, barrio, tele, cine. La superficialidad tan descarada, la falta de respeto a las instalaciones, a los compañeros, a los mayores en general y al profesorado en particular. Vamos a pactar, a acordar, a consensuar entre todos estos problemas que, de verdad, nos afectan a todos.- Abdón López Hidalgo. Baeza.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_