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El FMI busca una "tercera vía" para vigilar la libertad de capitales

La crisis de hace un año ha delimitado los debates de la 54ª asamblea mundial del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial que ayer se clausuró en Washington. En primer lugar, por las lecciones que ha dado; en segundo, porque el alivio que ha supuesto su superación ha obligado a centrar los debates sobre las necesidades de los países más pobres. En el primer caso, hasta el FMI, adalid de la libertad del movimiento de capitales, avanzó ayer, por boca de su director general, Michel Camdessus, la necesidad de "encontrar una tercera vía entre la liberalización indiscriminada y el control absoluto".

En el segundo frente, el alivio de la deuda de los países más pobres ha ocupado las negociaciones de los países más importantes, aunque ayer Camdessus no pudo presentar un acuerdo cerrado. En la sesión de clausura de la asamblea, Camdessus quiso refrenar el exaltado optimismo que ha dominado estos días en Washington. El responsable del FMI expresó su "determinación de impedir la complacencia" y el grave error que supondría interpretar que la calma de los mercados y el crecimiento de la economía mundial "no nos obliga a emprender nuevas y necesarias reformas". Después de su intervención, en una rueda de prensa, Cam-dessus transmitió una de las lecciones de la crisis financiera: "La experiencia de Asia ha rebajado el entusiasmo de muchos en este tema. Es necesario definir mejor la libertad en el movimiento de capitales, porque si no puede funcionar muy mal y en algunos países ha tenido un efecto desestabilizador". Cam-dessus refirió incluso, como ejemplo, que el presidente de Corea del Sur, "que estaba intimidado", tras la crisis, y se mostraba reacio a una mayor apertura al movimiento. Camdessus abogó por una apertura gradual posterior "a la consolidación del sector bancario y financiero de cada país".El segundo eje de la intervención de Camdessus fue el de la pobreza y la política social, "sin cuya integración y reducción no hay arquitectura financiera internacional sólida". El responsable del FMI enunció el nuevo paradigma surgido de las sesiones de Washington, "crecimiento y pobreza", como dos polos que se retroalimentan: cuanto más crece la economía, más se reduce la pobreza y a la inversa.

Aún sonaban los ecos de las palabras pronunciadas el día anterior por el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, ampliando su compromiso de condonar hasta un 100% de la deuda de los países más pobres en el marco de un programa apadrinado por el FMI y el BM. Todas las informaciones, a pesar de la confusión sobre las cifras, coinciden en destacar más el carácter simbólico del anuncio que su verdadera trascendencia.

La deuda de los países afectados con Estados Unidos hasta mediados de los ochenta, que es la fecha límite marcada por el programa, asciende a unos 5.700 millones de dólares (905.000 millones de pesetas) de valor nominal. Sin embargo, esa deuda ya ha sido dada por perdida en gran parte o se cotiza muy por debajo de su precio de emisión, con lo que su valor real es de unos 1.000 millones de dólares.

La ampliación anunciada por Clinton, pasar del 90% ya comprometido al 100%, podría, pues, suponer unos 100 millones de dólares, que el presupuesto podría asumir a razón de unos 10 millones anuales.

En cualquier caso, tanto este programa como el de otra aportación de 1.000 millones de dólares para el mismo plan deben ser aprobadas por el Congreso, de mayoría republicana, reacio a colaborar con el FMI. Ya se han alzado las primeras voces exigiendo a Clinton que considere la aprobación de estas medidas un objetivo prioritario del trayecto final de su mandato.

A pesar de los esfuerzos desplegados esta semana, ayer no pudo anunciarse oficialmente la consecución de los 27.400 millones de dólares que deben aportarse al conjunto del programa. Las acusaciones cruzadas circulan con intensidad, aunque la mayoría apuntan hacia Francia y Japón, principales titulares de deuda bilateral y que alegan que las cancelaciones implicarían descargan sobre ellos la mayor parte del gasto contemplado en el programa. En su discurso de clausura ante la asamblea, Camdessus lanzó la advertencia de que "la comunidad internacional cumplirá lo que ha prometido".

El yen, en segundo plano

Uno de los acontecimientos que ha pasado a segundo plano, pero que fue de capital importancia durante la reunión del grupo más rico de países, en el marco del G-7, fue la situación de Japón. Camdessus expresó su satisfacción ante el hecho de que el Banco Central de Japón hubiese aceptado al fin relajar su política monetaria e inyectar mayor liquidez al sistema monetario de su país, lo que se ha traducido en un descenso del yen , un reforzamiento del dólar y una aparente recuperación del pulso alcista en la bolsa de Wall Street. Por otra parte, Ecuador anunció ayer que ha llegado a un acuerdo con el FMI para disponer de 400 millones de dólares.

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