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Tribuna
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Intereses

JAIME ESQUEMBRE Si las leyes, los informes jurídicos o simplemente un mínimo de cordura o sensatez no lo impiden, Alicante está a punto de hipotecar parte del patrimonio público para intentar salvar a un equipo de fútbol. Desde que cierto personaje con cara de doberman se inventó aquello del interés público del deporte balompédico, sus vasallos se empeñan en superarlo, y amparándose en ese mismo argumento se plantean la posibilidad de poner a servicio de un club el dinero de todos, mediante una jugada que puede encerrar una operación especulativa sin precedentes. Y decir eso en Alicante es decir mucho, porque precedentes tenemos como para ocupar medio tomo del nuevo Diccionario del español actual del académico Manuel Seco. La cuestión es que, como el Hércules debe 1.500 millones de pesetas, ha llamado a la casa de todos para que le saquemos las castañas del fuego. Y el alcalde de todos ha dicho que sí, que lo intentará si las leyes le permiten hipotecar por esa misma cantidad el estadio de fútbol municipal (que hace seis años nos costó 1.200 millones, también para salvar al club) para comprar acciones de un club privado. ¿Y por qué no hipotecar el campo para rehabilitar el casco antiguo o ejecutar el plan de erradicación de vivienda precaria? ¿Quizás para alcanzar la gratuidad de los libros de texto de los escolares? No son esas cuestiones de interés general para el PP. Al margen de la conveniencia político-social de la gestión, dudo que exista una bolsa de valores bancarios sobre campos de fútbol, salvo (atentos a la jugada) que el club no pueda hacer frente a la hipoteca de 135 millones anuales durante 15 años, en cuyo caso la entidad financiera hará valer sus derechos, conseguirá la propiedad de los terrenos y, verbigracia legalista, no quedará más remedio que reclasificar la parcela. Y a construir, que de eso se trata. Se crea, además, un peligroso precedente, porque el resto de empresas de la ciudad podrá entender que, en caso de crisis, siempre podrán reclamar el auxilio municipal.

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