El fiscal imputa por asesinato a la madre del niño muerto en Natzaret
El fiscal encargado de investigar la muerte de Antonio Civantos, el camionero linchado en Natzaret después de atropellar mortalmente a un niño, ha pedido la imputación por asesinato de Soledad Muñoz Amador, madre del crío fallecido y esposa de José Muñoz, su marido y la única persona encarcelada por el crimen. La petición del ministerio público responde al resultado de las pruebas científicas realizadas: los expertos han encontrado sangre del transportista en un delantal y una toalla de la mujer.
Los pobres resultados ofrecidos por la investigación policial podrían ser compensados por las pruebas científicas realizadas en el Instituto Nacional de Toxicología de Madrid. Éstas han concluido la existencia de sangre de Civantos en al menos dos prendas de Soledad Muñoz, una toalla y un delantal que fueron encontrados en el dormitorio de la familia. A partir de ahí, y con el informe científico en su poder, el fiscal Julio Bruzón ha solicitado la imputación de Soledad Muñoz. La presencia de la mujer en el lugar de los hechos ha sido aceptada por todas las partes, y aunque ningún testimonio apoya su participación en el brutal linchamiento, la presencia de sangre podría ser suficiente para sostener su participación en los hechos. La madre del crío fallecido siempre ha negado esa posibilidad. De hecho, su marido, José Muñoz, se entregó al juez asumiendo, en solitario, la autoría de la muerte de Civantos. Ahora está en la carcel, pero tanto el fiscal como la acusación particular están convencidos de que el transportista fue linchado, sino por una multitud, sí por varias personas. Los forenses apoyan esa tesis. El número y forma de las heridas sufridas por el transportista -de cuatro tipos diferentes, desde incisas hasta contusas- apuntan, según los expertos médico-legales, "que al menos tres personas" acabaron con la vida de Civantos en la tarde noche del pasado 4 de diciembre. Los resultados de las pruebas científicas y la posterior decisión del fiscal viene a reforzar esa tesis, que al tiempo colisiona con la línea de defensa de Jaime Sanz de Bremond, abogado de José Muñoz. Éste ha mantenido, en coherencia con el testimonio de su cliente, que éste fue el único responsable del crimen. Así lo han corroborado varios de los testigos que han desfilado en los últimos meses por el Juzgado de Instrucción número 15 de Valencia: sólo vieron a José Muñoz persiguiendo a Antonio Civantos. Ninguno de ellos presenció el momento de la agresión, en la que, según los forenses, se utilizaron tres armas. En esa línea, el segundo de los imputados, Jesús G. J., ha negado siempre su participación en los hechos. En libertad provisional, el propio magistrado reconoció la inexistencia de "una sola diligencia de investigación policial de entidad que permita respaldar su intervención en los hechos". Jesús G. J., amigo de la familia Muñoz, fue imputado en función de varios testimonios, "contradictorios y cambiantes", dijo el juez, que apuntaron a su presencia en el lugar de los hechos.
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