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La vuelta a casa de Velázquez

Margot Molina

Todo está a punto para que el 2 de octubre cualquier persona pueda reservar por teléfono su entrada a la gran exposición que conmemorará el cuarto centenario del nacimiento de Velázquez, admirar las pinturas del famoso sevillano sin hacer horas de cola, tomarse un café en el monasterio de La Cartuja y, después, comprarse una taza de loza en la que se ha reproducido Vieja friendo huevos a cuatro tintas, al modo en que Andy Warhol lo hizo con Marilyn. Pero, para que esto sea posible, un amplio equipo de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía lleva trabajando desde principios de 1997. El fruto de estos casi tres años de esfuerzo y cerca de 400 millones de pesetas de presupuesto se ha concretado en un ambicioso programa que, bajo el epígrafe Año de Velázquez, reúne exposiciones, un simposio internacional, publicaciones, jornadas universitarias, conferencias y hasta un encuentro de pintura y poesía. Aunque la Consejería de Cultura ha hecho frente a la mayoría del trabajo y a la financiación, en el programa colaboran también el Museo del Prado de Madrid, el Ayuntamiento y la Diputación de Sevilla, la Universidad de Córdoba, la Organización Nacional de Ciegos, Iberia y la bodega González Byass. Los Reyes inaugurarán el próximo viernes la exposición Velázquez y Sevilla, a partir del día 2 estará abierta al público durante 73 jornadas, hasta el 12 diciembre. Precedentes y coetáneos El monasterio de La Cartuja de Santa María de las Cuevas, conjunto monumental que albergó el pabellón Real durante la Exposición Universal de 1992 y actualmente es sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, acogerá esta gran muestra que, además de las 22 pinturas de Velázquez, exhibirá obras de sus precedentes -desde mediados del siglo XVI- y de sus coetáneos. La exhibición, que ofrece también dos dibujos de Velázquez de la colección de la Biblioteca Nacional y algunos de sus documentos particulares, reúne un total de 102 obras. Los organizadores han querido rentabilizar al máximo el esfuerzo y la inversión y, por primera vez en Andalucía, una exposición estará abierta 14 horas al día ininterrumpidamente, desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche. Las salas sólo se cerrarán dos días, el 20 de octubre y el 17 de noviembre, para realizar limpiezas a fondo y revisar todos los elementos del montaje. Según las previsiones de Cultura unas 250.000 personas visitarán Velázquez y Sevilla. Estas expectativas de asistencia son superiores a las que ha registrado cualquier otra muestra pública en Andalucía. "Velázquez y Sevilla siempre han estado unidos, pero es ahora cuando la ciudad tiene la posibilidad de rentabilizar ese vínculo. Es ahora cuando esa relación va a llegar al gran público y, esperamos, que más allá de nuestras fronteras", afirma Julián Martínez, director general de Bienes Culturales. Todos los precios La estimación de 250.000 personas se ha hecho teniendo en cuenta las 135.000 visitas que tuvo la muestra de Zurbarán el año pasado, cuando se celebró su cuarto centenario en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. "La expectación que ha levantado el Año de Velázquez en toda Europa nos ha llevado a replantearnos el tema de las entradas. Desde el lunes, las entradas pueden comprarse en cualquier delegación de El Corte Inglés de toda España y, claro está también en las taquillas de La Cartuja. Así, se da cita para un día concreto y se evitan las largas colas, con lo que las agencias de viajes europeas pueden organizar excursiones a Sevilla teniendo la seguridad que los turistas van a poder ver la exposición", comenta Martínez. Visitar la muestra costará 700 pesetas, excepto para grupos escolares, menores de 16 años y mayores de 65 años, que pagarán 350 pesetas. "Por razones de seguridad, no podrá haber más de 250 personas en las salas. La entrada se hará en grupos de 20 personas cada cinco minutos", dice el director general. Para atender las más de 3.000 personas que se esperan diariamente, a las instalaciones del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) se han sumado una cafetería y dos tiendas con objetos especialmente diseñados para la ocasión. Aldeasa, la misma empresa que explota las tiendas de varios museos nacionales y del Real Alcázar, se ha encargado de diseñar y comercializar los objetos del Año de Velázquez. Además del catálogo de la muestra, una publicación con dos volúmenes que costará 6.500 pesetas, se ha editado un libro de cocina con recetas elaboradas con huevos cuya portada es Vieja friendo huevos y carteles que reproducen algunos de los principales lienzos. Junto al material de escritorio, los amantes de la pintura podrán adquirir, entre otras muchas cosas, corbatas o pañuelos de seda sobre los que se ha estampado los cuadros de la etapa sevillana. Todo este entramado y la reputación internacional que tiene el Prado, institución que ha solicitado los préstamos, ha hecho posible que se reúnan obras de una veintena de museos, coleccionistas, iglesias e instituciones de todo el mundo. Entre estas grandes pinacotecas destacan el Hermitage de San Petersburgo, la National Gallery de Londres, la National Gallery de Scotland en Edimburgo y los museos de Bellas Artes de Boston, Orleans y Sâo Paulo, entre otros.

Las joyas de la etapa sevillana

Para Alfredo Morales, comisario de la muestra, en la etapa sevillana de Velázquez hay dos lienzos que sobresalen por su calidad. Esas dos obras coinciden con el principio y el final de su producción en Sevilla: La adoración de los Reyes Magos, firmado y fechado en 1619, y El aguador de Sevilla, un lienzo de 1620-1622 que el artista se llevó a Madrid. El primero pertenece al Museo del Prado de Madrid y el segundo, cuya presencia en la muestra se confirmó hace sólo una semana, es del Victoria & Albert Museum de Londres y se exhibe en el Wellington Museum. "La adoración de los Reyes Magos mantiene la composición de obras del siglo XVI que Velázquez había visto en su ciudad, pero introduce un paisaje de fondo con un rompimiento de la luz que es la primera vez que se hace en la pintura sevillana y él había tomado de la Escuela Veneciana. Lo curioso de esta obra es que es casi un retrato de familia. La virgen, es su mujer Juana; el niño Jesús, su hija Francisca; Melchor, es su suegro y maestro Pacheco; Gaspar, es el mismo Velázquez, y San José, su hermano Juan", explica Morales. "El aguador de Sevilla es la obra más avanzada de su primera etapa, con la que abandona las soluciones compositivas tradicionales. Al colocar el cántaro en primer plano, rompe la distancia que lo separa del espectador. Es insuperable la forma en que consigue las gotas de agua en el cántaro y la transparencia de la copa. Además, está cargada de simbolismos. Habitualmente se interpreta como las tres edades de la vida. El anciano le ofrece la copa, que podría ser la vida misma, al niño; mientras que el tercer personaje, que aparece al fondo ya adulto, está bebiendo de otra copa. Es decir, está viviendo la vida".

La esencia de la pintura

Los grandes conocedores de su obra aseguran que Velázquez es "la esencia de la pintura". "El conocimiento profundo de la técnica le conduce a la simplificación, a la eliminación de lo superfluo", han escrito Jonathan Brown y Carmen Garrido en el libro Velázquez. La técnica del genio. El artista nació en Sevilla en 1599 y, con tan sólo 11 años, entró como aprendiz en el taller del pintor sevillano Francisco Pacheco. Los estudiosos de la obra del autor de Las Meninas están de acuerdo en una cosa: "Velázquez piensa mucho y pinta poco". Esa economía de recursos es la base de toda su obra, lo que le convirtió en España en abanderado del realismo barroco y en uno de los pintores más admirados de su tiempo. La belleza de sus personajes, esa simplicidad de recursos tan impropia de su época, le ha servido para superar los baches de las modas a lo largo de cuatro siglos y situarse siempre entre los mejores de la historia del arte. Quizás la grandeza de Velázquez radica en que conmueve a profanos y eruditos. Tiene tanta capacidad de conectar con el espectador que la silueta de la infanta Margarita, el centro de Las Meninas, se ha convertido en un icono, una imagen que representa a España tan rotundamente como el toro de Osborne o la botella de Tío Pepe. Aunque pasó la mayor parte de su vida en la corte, el artista se formó en Sevilla y esa influencia puede verse a lo largo de toda su carrera. En 1623 se instaló definitivamente en Madrid, ciudad en la que su paisano, el conde-duque de Olivares logró colocarle como pintor real. Velázquez dejaba atrás una ciudad que por aquel entonces, a principios del siglo XVII, tenía 150.000 habitantes lo que la convertía en la capital más poblada de España y la tercera de Europa, después de París y Nápoles. Llegar y besar el santo, eso fue lo que le ocurrió en Madrid al pintor sevillano, como bien ha retratado el dramaturgo cordobés Antonio Álamo en la obra de teatro Los espejos de Velázquez, una pieza que estrenó este año la compañía Territorio de Nuevos Tiempos, bajo la dirección de Pepa Gamboa, y que podrá verse en noviembre en el teatro Lope de Vega de Sevilla. Álamo, irónico y mordaz, describe en su obra un Madrid celoso de la grandeza de Sevilla y a unos cortesanos que, a pesar de vivir tiempos de plena decadencia, lo único que les preocupaba era que los retratase el pintor porque era quien más veces había retratado a Felipe IV. Mientras tanto, lo que obsesionaba al sevillano era que el rey lo nombrara caballero de Santiago, algo que logró casi al final de sus días. El pintor murió el 6 de agosto de 1660, tenía 61 años, y una vida llena de éxitos. Su arte radicaba en el dinamismo con el que trató el espacio. Pintaba no sólo la realidad, sino también el secreto de existir, y es por eso, por lo que el papa Inocencio X exclamó al ver su retrato: "Troppo vero" (demasiado real). El pontífice temía que con sólo mirar el cuadro, cualquiera podría entrever lo más íntimo de su personalidad.

Las razones de la diferencia

Si Velázquez hubiese nacido en el siglo XX, habría sido uno de los grandes nombres de las vanguardias, un artista rompedor en todos los sentidos. Los siglos que nos separan de su producción han disipado la osadía del sevillano que, desde sus comienzos, le dio de lado a las modas y a las prácticas que acataban sus colegas. El catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y comisario de la exposición, Alfredo Morales, hace un repaso por algunos de los rasgos más innovadores de la pintura de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Características que el pintor desarrolló cuando se instaló en la corte de Madrid, pero que nacieron en sus años de formación en Sevilla, entre 1617 y 1623. "Desde sus primeras obras podemos observar que es un artista que evoluciona de forma distinta a sus coetáneos, incluso que su maestro, Francisco Pacheco. En una época en la que los pintores con prestigio denostaban el género del bodegón, algo que consideraban de muy baja categoría, Velázquez lo cultiva consiguiendo obras maestras como Vieja friendo huevos o El almuerzo. Además no se tiene constancia de que los hiciera por encargo", asegura Morales, quien se hizo cargo de la comisaría de la exposición y de la coordinación del Simposio Internacional sobre Velázquez tras el fallecimiento, en noviembre de 1998, de Juan Miguel Serrera. "Otra de las grandes diferencias de Velázquez con sus coetáneos es que cultivó muy poco la pintura religiosa. Mientras que Pacheco o Zurbarán -que tenía un año más que él-, obtenían la mayoría de sus ingresos haciendo series de vidas de santos para los claustros o grandes pinturas para el mercado Americano; Velázquez realizó muy pocos cuadros de temática religiosa. No entró en ese mercado y, las pocas veces que lo hizo, fue para atender peticiones de clientes muy selectos", dice el comisario. Entre sus pinturas religiosas destacan Inmaculada y San Juan Evangelista, dos lienzos que pintó para el convento del Carmen de Sevilla. Retratos psicológicos La gran capacidad que demostró para el retrato es, en opinión del catedrático, otra de sus peculiaridades. "Lo que él hacía no era un retrato al uso, sino que reflejaba la parte más íntima de sus personajes. Era casi un retrato psicológico. En La venerable madre Jerónima de la Fuente la fuerza que emana la figura de la monja es impresionante". Los especialistas no se ponen de acuerdo sobre el número de cuadros que Velázquez pintó durante su etapa sevillana. Algunos aceptan 26 y otros 28. La exposición que podrá verse en la capital andaluza presentará 22 de esos lienzos y será más completa que la que ofreció en 1996 la Galería Nacional de Escocia en Edimburgo. Este museo, que ha prestado Vieja friendo huevos, reunió 18 de esos óleos y los acompañó por las obras de algunos de sus seguidores y coetáneos. Ni siquiera en la gran antológica que organizó el Museo del Prado de Madrid en 1990, con 79 óleos, lograron reunirse tantos cuadros de la etapa sevillana. De la primera lista, la que confeccionó Juan Miguel Serrera a principios de 1997, podrán verse todas las obras salvo tres. No estarán Los músicos, el único velázquez que posee el museo de Berlín; tampoco una versión de La mulata que está en Chicago, ni Los dos jóvenes en torno a la mesa, que se encuentra en la Apsley House (Londres). Esta última institución, que depende del Victoria & Albert Museum, sí ha prestado uno de los lienzos más significativos: El aguador de Sevilla. "Sin embargo, sí estarán otros cuadros con los que no se había contado en un principio. Podrán verse Escena de cocina con la cena de Emaus, otra versión de La mulata mejor que la de Chicago y que se encuentra en la Galería Nacional de Dublín; y una tercera versión de La venerable madre Jerónima de la Fuente, en la que la monja aparece de medio cuerpo y que es de The Apelles Collection de Londres", explica Morales.

Alternativas "velazqueñas"

Además de la muestra Velázquez y Sevilla, que podrá verse desde el 2 de octubre hasta el 12 de diciembre en La Cartuja de Santa María de las Cuevas, sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, el programa que conmemora en Andalucía el nacimiento de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez incluye otras muchas actividades: El arte de mirar. En esta exposición no se pagan seguros: no hay ni un sólo original. Se trata de una muestra didáctica, enfocada especialmente para escolares, en la que mediante técnicas interactivas se presentan 16 reproducciones digitalizadas de las obras más importantes de Velázquez. Además, se incluyen obras de otros artistas en los que se percibe la influencia de Velázquez. La muestra, que ya ha estado en el Museo de Bellas Artes de Cádiz, se montará en octubre en Almería y llegará a Sevilla, a la sala Santa Inés, en noviembre. Grabados. De la colección del Museo de Bellas Artes de Córdoba ha salido una selección de grabados de artistas del siglo XVIII, entre ellos destacan Goya o Fortuny, que reprodujeron obras de Velázquez. Las obras pueden verse actualmente, hasta el 31 de octubre, en el citado museo cordobés y en noviembre se expondrán en Sevilla. Pintores-poetas. Ésta será una exposición únicamente bibliográfica centrada en las teorías sobre la pintura que tenían los humanistas, poetas y pintores de principios del siglo XVII como Pablo de Céspedes, Juan de Arguijo o Francisco Pacheco. Además, se incluirán libros cuyos títulos formaron parte de la extensa biblioteca de Velázquez. La fecha prevista es el 7 de octubre y podrá verse en la Casa Murillo de Sevilla. Simposio internacional. Los mejores especialistas en la obra del pintor sevillano se reunirán en Sevilla, en el monasterio de La Cartuja, desde el 8 al 11 de noviembre. La historiadora Enriqueta Harris pronunciará la conferencia inaugural. Participarán también Jonathan Brown, Fernando Checa y Delfín Rodríguez, entre otros. Casa natal. Los modistos sevillanos Victorio & Lucchino son los propietarios de la casa en la que nació el pintor y, para sumarse a las celebraciones, han decidido abrirla al público. La vivienda alberga una selección de 35 trajes que los creadores han realizado desde 1990. La casa está en la calle Padre Luis María Llop y puede verse de 10.00 a 18.00 horas. Precio: 800 pesetas. Paseo por la ciudad. El Patronato Provincial de Turismo de Sevilla, organismo que depende de la Diputación, ha editado una guía temática con la que se puede recorrer cuatro rutas relacionadas con Velázquez. El paisaje de la infancia, Aprendiendo a pintar, La gran ciudad y Museo de Bellas Artes son las rutas que aconseja el folleto y que aparecen relacionada con distintas obras de su etapa sevillana.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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