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LA MAESTRANZA

Ponce, por la Puerta del Príncipe

Antonio Lorca

Enrique Ponce salió ayer a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza, al cortar tres orejas en una actuación en la que destacaron las dos buenas estocadas con las que mató a sus toros, y algunos momentos de bellísima factura al torear al natural al quinto de la tarde. El premio, sin embargo, se antoja exagerado; sobre todo porque su actuación en el segundo no fue absolutamente redonda para merecer el premio de las dos orejas. De todos modos, la exigencia de esta plaza ha caído hasta extremos insospechados, y la personalidad de los presidentes es un valor sin crédito alguno. Lo único importante de su primera faena fue la gran estocada, memorable, con la que pasaportó al animal. Antes había mezclado algunos muletazos estimables con otros movidos y sin interés. Su labor en el quinto fue medida y artista por ambos lados, aunque con altibajos ante un toro noble, que se arrinconó en las tablas. El punto culminante fue una tanda corta de naturales, plenos de profundidad y gracia. Volvió a volcarse sobre el morrillo y la Maestranza, emocionada, se lo llevó a hombros por la puerta de la gloria.Cuando un torero se va, todo el respeto del mundo. Si además se despide en Sevilla, la Maestranza se pone de pie y le dedica una larga y emocionada ovación. Así ocurrió ayer con Litri, un joven de 31 años que se retiró de los toros después de 12 temporadas de alternativa y 1.007 corridas en su haber. La despedida no fue triunfal; especialmente porque el torero no vive su mejor momento, lo que ha debido pesar a la hora de colgar el traje de luces. Los nervios y su inseguridad influyeron para que la tarde del adiós adquiriera un tinte amargo. Se mostro inhibido y sin confianza toda la tarde, aunque es justo reconocerle el esfuerzo realizado ante su codicioso primero, que exigía experiencia y confianza. Litri consiguió tres tandas de naturales despegados y de escasa profundidad, pero muy emotivos. Fue una faena precipitada, en la que prevaleció la pasión por la codicia del toro sobre la emoción del buen toreo.

Río / Litri, Ponce, Juli

Toros de Victoriano del Río, bien presentados, blandos, manejables. Litri: pinchazo y estocada baja (ovación); estocada baja (gran ovación). Enrique Ponce: estocada (oreja); estocada (dos orejas); salió a hombros por la Puerta del Príncipe. El Juli: pinchazo, estocada y descabello (ovación); estocada (vuelta).Plaza de la Maestranza, 26 de septiembre. Última corrida de la Feria de San Miguel. Lleno.

El cuarto era un marrajo, muy complicado, que exigía un torero pleno de facultades. Litri lo mató, recogió una gran ovación y descansó.

El Juli no quiso ser menos y puso la plaza boca abajo en el último de la tarde. Lo recibió con una larga cambiada en la puerta de chiqueros, lo veroniqueó primorosamente y enardeció al público en el tercio de banderillas. Brindó a sus dos compañeros de terna, y la faena de muleta, que se presumía triunfal, quedó en una decepción. El toro se vino abajo y la voluntad del torero no pudo levantar las esperadas pasiones. Su primero fue un manso astifino, con el que se lució a la verónica, pero que se acobardó en el tercio final. El Juli lo intentó en vano, porque ni el toro tenía calidad ni el torero se mostró en toda la tarde en estado de gracia con la muleta.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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