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Romper la imagen de ciudad de burócratas

Miguel Ángel Villena

Empeño difícil es romper la imagen de ciudad aburrida y burocrática que Bruselas se ha ganado con el paso de los años y especialmente con su condición de capital política europea. Inmensos y grises edificios albergan multitud de instituciones, con la UE y la OTAN a la cabeza, y ocultan a veces joyas arquitectónicas, recoletas iglesias o agradables jardines. Sólo la monumental y bellísima Grand Place suscita murmullos de entusiasmo de los miles de viajeros que recalan diariamente en Bruselas. Los impulsores de la capitalidad cultural del 2000 apelan al alma de una ciudad, pero tropiezan con su proyección de avaricias presupuestarias y de conspiraciones diplomáticas. "Bruselas aparece citada en más ocasiones en las televisiones que la propia Washington, pero siempre como lugar de toma de decisiones y no como centro cultural y espacio urbano". De esta forma se lamentaba el pasado miércoles François Xavier de Donnea, el alcalde bruselense, durante una cena en el impresionante edificio del Ayuntamiento para presentar los fastos del año 2000.

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Multiculturalidad

Al hilo del lema de reinventar la ciudad, los organizadores van a hacer especial hincapié en la multiculturalidad de una urbe donde conviven todo tipo de euroburócratas, periodistas y diplomáticos, de una parte, con africanos de las antiguas colonias belgas, con trabajadores magrebíes emigrantes o con todo tipo de turistas que, por una u otra razón, han de desfilar por Bruselas.

Con un presupuesto de 1.200 millones de francos belgas (unos 5.000 millones de pesetas), procedentes del sector público y de la iniciativa privada, Bruselas 2000 también dedicará especial atención a la fotografía, las artes plásticas, la música y el teatro, en una programación que incluirá unos 300 actos culturales repartidos en 35 festivales distintos. Dos nombres españoles figuran en la cartelera: el grupo teatral catalán La Fura dels Baus y el arquitecto Rafael Moneo.

Pero en una Bélgica tan dividida entre flamencos, de idioma neerlandés, y valones francófonos, la capitalidad cultural de Bruselas persigue mostrar que el país es algo más que la Grand Place o la sede de la OTAN. "Los españoles reducen Bélgica a la plaza, el Atomium, el chocolate y las instituciones europeas", comentan los responsables de la oficina de turismo de Flandes en España. "Pocos se aventuran", añaden, "a descubrir ciudades tan encantadoras y atractivas como Brujas, Gante o Amberes". En cualquier caso, todos se empeñarán en demostrar en el año 2000 que Bruselas no es una ciudad tan aburrida como parece.

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