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FÚTBOL Liga de Campeones

Ataque y gol en el Camp Nou

El Barça, en uno de sus mejores partidos con Van Gaal, ofreció toda una exhibición de juego ofensivo y barrió a 'la Fiore'

Ramon Besa

Un meneo de aquí te espero le dio el Barça a la Fiore en el reencuentro del Camp Nou con la Liga de Campeones. Noche de fútbol de ataque por excelencia, un día para rendirse al equipo, una jornada que evoca las mejores noches europeas azulgrana, una contienda de ataque y gol. El juego ofensivo azulgrana resultó tan delicioso como comprometida fue la defensa de su portería. Jugó el Barcelona para marcar más goles y también para encajar menos, resultado de tener a futbolistas incomparables y por tanto insustituibles en ataque, como Guardiola, Figo, Rivaldo y Kluivert, y de no atinar con la composición de la zaga, permeable juegue quien juegue. La joroba de Figo se ofreció otra noche para zanjar la cháchara. No hay mejor puerta para alcanzar la salida que la chepa del portugués, futbolista que no engaña frente a la capacidad de disfrazarse de los italianos.La Fiore fue un equipo de cartón piedra, muy acorde con los malos tiempos que corren por el calcio, rodeado de mucha comedia. Una chufla. A la que saltó a la cancha se le cayó la pintura, perdió toda su estética, y al viejo Trapattoni se le vio el plumero. Quedó el grupo italiano muy parado, de mirón, colgados los diez de los brazos de Toldo, contemplando el despliegue del Barça. Fue un suicidio italiano en toda regla.

BARCELONA 4

FIORENTINA 2Barcelona: Hesp; Ronald de Boer, Reiziger, Bogarde, Sergi; Luis Enrique, Guardiola (Xavi, m.79), Cocu (Zenden. m.75); Figo, Kluivert (Dani, m.60) y Rivaldo. Fiorentina: Toldo; Repka, Padalino, Pierini; Di Livio, Amoroso (Chiesa, m.55), Cois, Heinrich; Rui Costa; Batistuta (Amor, m.76) y Mijatovic (Balbo, m.86). Goles: 1-0. M.7. Figo, tras sortear a cuatro defensas remata por bajo ajustado al palo. 2-0. M.10. Centro de Figo, Luis Enrique para con el pecho, recorta y empalma raso. 2-1. M.50. Falta que ejecuta Batistuta. El balón roza en Amoroso y supera a Hesp. 3-1. M.67. Penalti a Figo que ejecuta Rivaldo por bajo junto al palo. 4-1. M.70. Rivaldo hace una preciosa pared con Luis Enrique, se interna y marca. 4-2. M.78. Chiesa aprovecha un balón en profundidad y marca. Árbitro: Kim Nielsen (Dinamarca). Mostró tarjeta amarilla a Mijatovic y Paladino. Camp Nou. 85.000 espectadores. Partido de la segunda jornada de la Liga de Campeones, grupo B.

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La actitud absentista del grupo viola zanjó el debate abierto entre la hinchada desde que Van Gaal destapó la alineación. El técnico acortó la línea de vida del equipo prescindiendo de Frank de Boer, un futbolista clarividente en la confección del juego, sobre todo por su toque aseado y capacidad para los cambios de orientación, y como contrapartida ganó un zaguero intimidador como Bogarde, para intentar ganar por eliminación la afrenta ofensiva que suponía una pareja del calibre Mijatovic-Batistuta.

Mal puesto, con una actitud tan absentista que habillitó a Sergi de extremo izquierda, el Fiorentina se salió del campo por detrás de su propia portería. Le atropelló el Barça con un primer tramo de partido celestial. Iba la pelota muy viva, rápida, dura, como sólo la toca Guardiola, inalcanzable para la Fiore, que le dejó todo el recorrido que quiso. El repliegue forastero ayudó al estiramiento del colectivo azulgrana, que ganó el campo contrario con una sola pierna, la derecha. No necesitó de ningún ataque largo. Jugó siempre a un palmo del área, con el campo muy abierto, terreno abonado para futbolistas como Figo, tan potente como hábil.

El portugués, bien doblado por Luis Enrique, despellejó a la zaga viola cuando la hinchada estaba aún de camino al estadio. Fue un arranque pletórico por parte de los azulgrana. Más que compromisos individuales, el partido exigía una implicación del equipo entero, y anoche nadie se escaqueó. Ante el canguelo de la Fiore, el Barça actuó con gran determinación, aplicación y concentración. La línea de recuperación trabajó con tanta sincronización y ritmo que los italianos ni siquiera pudieron forzar un mano a mano con los defensas azulgrana. El cuero estuvo siempre en el balcón del área italiana.

La distancia entre uno y otro equipo fue mucho más amplia que los dos goles de ventaja que decía el marcador en el descanso. El resultado era una bendición para los italianos, sometidos futbolísticamente desde todos los frentes. Le bastó a la Fiore una bajada de tensión de la línea de medios barcelonistas en el arranque del segundo tiempo para meterse en el partido de forma furtiva. Un gol tonto doblegó a la defensa, siempre retratada en situaciones de inferioridad, y obligó al Barça a un sobreesfuerzo. Los azulgrana supieron sobreponerse entonces a una situación descorazonadora: jugando como los ángeles tomaron un gol -y más tarde un segundo- y fueron penados como demonios. La maldición es que el rival nunca necesita jugar para enfrentar al mejor Barcelona por sus concesiones defensivas.

Al Barça, sin embargo, no le costó retomar el hilo del partido. Figo se ofreció otra vez y ayudado por Rivaldo acabó con la zozobra de la hinchada, sorprendida por la facilidad con la que el equipo es capaz de conceder un gol cuando juega para marcar tres. Un penalti y un cuarto gol digno de una noche futbolística seductora premieron el buen fútbol barcelonista y dejaron en anécdota las maniobras ofensivas del Fiorentina. Los cambios de Trapattoni sirvieron más para distracción de la hinchada que para aliviar los males de su equipo. El Camp Nou se puso en pie para recibir a Amor con gran cariño en su regreso a casa y después despidió a Mijatovic con una rechifla de mucho cuidado. Tiempo para la emoción, para actos de agradecimiento, de memoria futbolística, signo de que en el partido ya había quedado todo dicho.

Incontenible en ataque, la duda azulgrana está en si la defensa le alcanzará para atrapar el sueño eterno de la Liga de Campeones. Puesto en la disyuntiva de marcar un gol más que el contrario, el Barça resulta en cualquier caso un equipo inaccesible en un arranque de competición sin precedentes desde la llegada de Van Gaal.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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