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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Lluvia de secano

ESTE PASADO fin de semana ha caído por fin la lluvia. Lo ha hecho incluso en las comarcas del sur, que llevaban seis o siete meses sin verla. Es de esperar que este alivio temporal no vuelva a producir el efecto habitual de hacer olvidar o aplazar los planes urgidos por todo el mundo cuando la sequía arrecia. En primer lugar, porque sigue arreciando: tras tres años de gran pluviosidad, el actual está siendo uno de los más secos del siglo, sólo comparable en las tres últimas décadas al periodo 1980-1981. Es decir, más seco incluso que los primeros años noventa, cuando los partidos rivalizaban en proyectos sobre cómo optimizar los recursos hídricos del país.El Partido Popular recurrió ante el Constitucional la Ley de Aguas aprobada en 1985 por iniciativa socialista, y se opuso en la anterior legislatura al Plan Hidrológico que presentó (varias veces) el ministro Borrell. El mensaje era que en cuanto llegaran a La Moncloa sacarían adelante su propio plan, con una nueva propuesta de trasvases, así como un proyecto de regulación de los regadíos. Esas promesas coincidían con las restricciones en el suministro que llegaron a afectar en 1994 a 11 millones de ciudadanos. Pero comenzó a llover y la cosa se aparcó.

Y así sigue: el Gobierno no quiere abrir ahora, en temporada alta electoral, un debate que seguramente volvería a provocar tensiones territoriales. Siempre las suscita el reparto de agua, incluso entre comunidades gobernadas por el mismo partido. Pero esas tensiones habrían sido más fácilmente canalizables con los embalses llenos, como estuvieron hasta hace poco, que con ellos medio vacíos, como están ahora.

El nivel medio actual de los pantanos equivale al 37% de su capacidad. El propio ministerio ha reconocido que si el año 2000 mantiene la tónica del presente, se harán necesarias medidas restrictivas. Pero el problema es que las ensayadas otras veces, de ámbito doméstico, sólo inciden sobre el 11% que se destina a consumo humano. La agricultura absorbe más de dos tercios del agua consumida. Y los tiempos no están ya para resolver el problema con consignas como la que empleaba el general carlista Ramón Cabrera cuando arengaba a sus tropas al grito de "a por ellos, que son de regadío".

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