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Maragall concentra sus esfuerzos en promover una alta participación del electorado socialista

Enric Company

Los socialistas van a concentrar sus esfuerzos a partir de ahora y hasta el 17 de octubre en "calentar" el clima político, porque según todos los cálculos, la victoria por la que luchan depende de que haya una alta participación electoral. Los sondeos indican que la precampaña de Pasqual Maragall ha logrado ya situarle en paridad con Jordi Pujol. El siguiente paso es dirigirse al grueso del electorado que vota socialista en las elecciones legislativas y municipales, ese millón y medio de votantes potenciales cuya participación en las autonómicas les aseguraría la victoria.

"A partir de ahora, cada nuevo votante que se decida a participar es nuestro", explicaba ayer el director de la campaña de Maragall, Xavier Roig. Cada punto porcentual que la participación electoral crezca por encima del 66% en que estaba prevista la semana pasada según el último sondeo de Demoscopia supone, a juicio de los técnicos, un aumento de las posibilidades de victoria de Maragall. "CiU moviliza a sus electores con la constante apelación nacionalista, pero sus dirigentes no están interesados en que suba la tensión política", sostiene Miquel Iceta, uno de los responsables del PSC que dirigen el aparato del partido. Porque si sube mucho, votan electores que, cuando lo hacen, no ponen papeletas de CiU en las urnas. Por esta razón, Iceta cree que en este punto de la campaña lo primordial ya no es atraer a los electores que oscilaban entre Pujol y Maragall. "No hay que hacer nada que resulte contradictorio con el objetivo de convencer a electores que en otras ocasiones se han inclinado por CiU y ahora están maduros para cambiar", precisó, "pero ahora hay que dirigirse ya directamente a los nuestros, a los que nos son más próximos, para que participen." Los asesores de Maragall creen que Pujol escogió el 17 de octubre para celebrar las elecciones en las que se juega su jubilación como presidente de la Generalitat teniendo en cuenta que esa fecha está precedida de un largo puente, entre el sábado 9 y el martes 12, festividad del Pilar. Tenía margen de tiempo para convocar las elecciones para semanas más tarde, con lo que se hubiera evitado el gesto, inhabitual, de realizar durante las vacaciones estivales un anuncio tan importante para la ciudadanía. Superar el relajamiento y la distensión que ese puente favorecerá una semana antes de la votación es uno de los desafíos de Maragall. Sin esperar al inicio formal de la campaña electoral, que se abre el 1 de octubre, Maragall está lanzando ya a los electores mensajes contundentes, que ayer llevaron al propio Pujol a calificarla como "agresiva". Se refería a las inserciones en la prensa con el lema Cataluña no es CiU, a la invitación a que las elecciones pongan de relieve el pluralismo político, social y cultural del país, y a las vallas publicitarias con el lema Es la hora del cambio que desde ayer pueden verse. CiU ha reaccionado La espectacular progresión de la intención de voto en favor del PSC registrada por los sondeos en comparación con las elecciones autonómicas de 1995 (de 24,9% de los votos a una expectativa del 38,8% la semana pasada) ha provocado, sin embargo, que los convergentes reaccionen lanzando duros ataques contra el aspirante a la presidencia de la Generalitat y la coalición que encabeza. "Se nota que, tras una fase de desorientación, los convergentes se han puesto de una vez en campaña", dice Iceta. "Los convergentes se han puesto a hacer lo que les corresponde", afirma Xavier Roig. Maragall, que ayer y hoy se dedica a recorrer el Vallès, y el PSC van a poner en juego ahora la capacidad tanto de la organización del partido como de las plataformas de Ciutadans pel Canvi para llegar directamente a los electores, con independencia de la batalla a través de los medios de publicidad y los medios de comunicación. En el último tramo de una pugna que Maragall comenzó en la primavera de 1998 cuando anunció su candidatura a la presidencia de la Generalitat, va a cobrar toda su importancia la capacidad de que cada rival "mueva a los suyos". En el caso de CiU, la experiencia demuestra desde 1980 que Pujol ha podido contar con ese millón largo de fieles votantes que le han arropado. El desafío de los socialistas está en hacer comprender a su electorado que ahora, si vota, gana.

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