_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El pacto intergeneracional

Joaquín Estefanía

¿Habrá alguien que reconozca públicamente a Antonio Gutiérrez y Cándido Méndez el papel jugado por los sindicatos en la reconducción del problema habido con las pensiones mínimas, y su subida para el próximo año? Acostumbrados a criticar su burocracia, a rebajar su representación, a calificar a las centrales sindicales como entes conservadores de los derechos tan sólo de los empleados, se corre el peligro de devaluar el trabajo sindical cotidiano, su anclaje en la sociedad civil o cuando realizan un rol esencial en una negociación, caso que nos ocupa.Las dificultades que atraviesan los sistemas de pensiones no son específicamente españolas. Hay ahora en Europa dos tipos de debates: el de los países que han obtenido un exceso coyuntural en su recaudación fiscal a causa del crecimiento económico (caso de Francia o España), en los que se discute cómo repartirlo (¿bajar los impuestos?, ¿disminuir la deuda?, ¿aumentar el gasto social?), y el de las naciones que todavía no han efectuado el reacomodo de las pensiones a las nuevas condiciones demográficas y financieras, como el que en España dio lugar a una huelga general en 1985 (caso de Italia o de Alemania). También hay países, como Estados Unidos, en una coyuntura de superávit fiscal (se recauda más de lo que se gasta), en los que la polémica es parecida a la del primer grupo, pero con más holgura. El pasado mes de agosto, las dos cámaras del Congreso aprobaron una ley de recorte de impuestos que Clinton anunció que vetará ya que opina que EEUU debe aprovechar el ciclo de superávit presupuestarios en el que entró en 1998, con el objeto de reducir la deuda y crear un fondo para salvar la Seguridad Social, que ahora se limita al sistema público de pensiones de jubilación.

En las tres situaciones, la salida que se proponga tendrá un marcado tinte ideológico. El Estado, si quiere denominarse así y cumplir sus funciones más primarias, debe asegurar el futuro de sus mayores. Las pensiones forman parte de un pacto intergeneracional implícito mediante el cual los padres pagan la educación de sus hijos y éstos pagan las pensiones de sus padres. Muchos de los que quieren pasar sin mixturas desde un régimen de reparto de las pensiones a un régimen de capitalización -asegurando de paso un negocio redondo a las gestoras privadas de pensiones, a las que muchas veces representan sin decirlo- olvidan este pacto intergeneracional y las funciones del Estado. Como explica Paul Krugman en su libro El teórico accidental y otras noticias de la ciencia lúgubre, de reciente aparición, es díficil que una persona comprenda algo cuando su renta depende de que no lo comprenda.

Aparte de posicionamientos ideológicos previos, el futuro de los sistemas de pensiones está condicionado objetivamente por unos factores demográficos muy distintos de aquellos en los cuales las prestaciones se establecieron como derecho universal. Fundamentalmente por dos causas: la fecundidad de las mujeres y la esperanza de vida de los ciudadanos. En España, la primera ha ido descendiendo desde el año 1977, en el que cada mujer, como media, tenía 2,1 hijos; ahora, esos guarismos se han invertido y la tasa de fecundidad es de 1,2 hijos, una de las más bajas de la Unión Europea. En cuanto a la esperanza de vida, es de 82 años para las mujeres y de 74 años para los varones. La menor fecundidad reduce las posibilidades de crecimiento económico y una tasa de mortalidad más baja proporciona mayor dependencia de la población pasiva respecto de los asalariados en activo. Como conclusión, el sistema público de pensiones se sitúa en una posición de debilidad financiera, puesto que en el extremo podría ocurrir que los contribuyentes netos a la Seguridad social no pudiesen sostener a los receptores netos.

Una de las salidas factibles a esta hipótesis -que ha de tenerse en cuenta, junto a las demás, a la hora de programar las subidas de las pensiones- es la de aumentar la población activa cotizante incrementando la presencia de inmigrantes en los puestos de trabajo. He aquí como, burla burlando, lo que hoy es un problema puede devenir en solución para nuestro futuro. Por motivos egoístas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_