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Los ángeles caídos de CiU

Demasiados aspirantes para el cuadro de honor. La dirección de Convergència y el propio Jordi Pujol han librado este mes de septiembre una dura batalla, en algunos casos alentada por el aparato convergente y el propio presidente, con destacados dirigentes del partido para confeccionar las candidaturas de las elecciones autonómicas. Pujol no ha logrado, todavía, realizar el milagro de los panes y los peces, por lo que algunos pesos pesados del partido se han quedado fuera del banquete electoral y parlamentario. La mayoría lo ha aceptado con resignación, como el secretario general de CDC, Felip Puig, o el secretario general de Presidencia, Joaquim Triadú, quizá con la vaga promesa de mayores responsabilidades en el Gobierno si la familia convergente logra salir adelante. Otros, en cambio, como Raimon Escudé, no han soportado tal marginación y tras 19 años removiendo los entresijos del Parlament, los mismos que lleva Pujol en la presidencia, pidió la baja como militante. De la boca de Pujol salieron retóricas promesas hacia algunos candidatos sobre un lugar en las listas más que seguro. Compromisos del jefe máximo que, días u horas después se diluyeron por propia iniciativa o por la presión de su entorno, del mismo Gobierno o de CDC. Después, en las reuniones de la ejecutiva o del consejo nacional todo fueron lisonjas de Pujol hacia los ángeles caídos, en especial hacia Puig i Triadú. A ambos les ha prometido un cargo en el futuro ejecutivo. Otro de los defenestrados, Jordi Xuclà, secretario general de la Joventut Nacionalista de Catalunya, la rama juvenil de CDC, podría concurrir en las elecciones generales. Uno de los anunciados fichajes estrella, el ex responsable de Acció Catalana (el partido de Max Canher), Antoni Vives, se despidió, según fuentes de CDC, de malas maneras cuando no se le colocó entre los primeros 15 puestos. Pero Pujol sintió una especial incomodidad cuando tuvo que comunicarle a su primo, Joaquim Pujol i Figa, que saltaba de la candidatura. Los defenestrados se han autoimpuesto un pacto de silencio. Se han aplicado una antigua fórmula guerrista que recomienda no moverse para continuar saliendo en la foto, lo que significa, en términos políticos, cumplir una férrea disciplina en el pasado y en el futuro. Por este motivo en Convergència nadie perdonó a Raimon Escudé sus salidas de tono en el semanario El Triangle. El ex parlamentario describía así a sus compañeros: "Como diputado Pere Esteve me pareció un mediocre. De Felip Puig no conozco ningún aspecto negativo, pero tampoco ninguno positivo. Trias es un buen político, pero tampoco es una maravilla. Cullell tiene los pies de barro. El mismo Pujals es un creído; me consta que otros le escriben sus libros. A Mas le conozco poco, pero me parece una persona válida. Y Alavedra no es un hombre de acción". Pujol necesitó un escueto "eres un obstáculo para la renovación" para despedir a Escudé. El ex parlamentario de Terrassa le prometió al presidente que no "haría ruido", pero el miércoles se descolgó con media página de entrevista en el Diario de Terrassa en la que anunció que entregaba el carnet de militante. Escudé no ha atendido los requerimientos de este periódico. "Con esta salida de tono ha negado de golpe toda su trayectoria y su capital político", comentó un dirigente de Convergència cuando conoció la noticia, a la vez que manifestaba que, a sus 65 años, Escudé puede jubilarse con una buena paga. Otro alto cargo añadió: "No sé qué más quiere. Ha estado 19 años en el Parlament y casi siete de portavoz, y además con chófer". Escudé ha sido el último de una no desdeñable lista de cargos convergentes que han liado los bártulos. Antonio Marcet, número 13 de la candidatura de CiU por Barcelona en las anteriores municipales, se dio de baja como militante hace unas semanas. En las mismas elecciones también le imitaron el ex presidente del Consejo Comarcal del Baix Ebre, Ramon Cardús, y el jefe local en Tortosa, Joan Josep Sanz, que además se pasaron al PP. Las fugas siempre se valoran de la misma manera en la dirección de Convergència: "Todos quieren que les aseguremos el futuro".

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