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Madrid viene de madre

"Madrid viene de madre", proclamó enardecido el orador ante la reducida pero atenta parroquia, y continuó: "Madrid no es patria de nadie, Madrid es "matria", materia dúctil fecundada por innúmeros padres foráneos que se llevaron al huerto y propagaron su semilla en tan hospitalario seno cuando un rey autriaco y madrileño fijó imprudentemente en ella la capitalidad de un imperio de sombras en el que el sol no se atrevía a ponerse".El orador, don Telesforo Mutis Jaramillo, funcionario jubilado del Cuerpo de Correos, filatélico y madrileñista, disertaba en los abovedados sótanos de una taberna castiza de adopción y aragonesa de origen como pregona su casi centenario rótulo. El tabernero, nieto del inmigrante maño que fundó el establecimiento cuando el siglo daba sus primeros pasos, había dejado la barra al cuidado de una joven sobrina, cuarta generación en el negocio, y mostraba su asentimiento con elocuentes cabeceos afirmativos.

La cueva que, como tantas otras ubicadas bajo los edificios de los barrios históricos de Madrid, es mucho más antigua que la construcción que tiene encima, muestra arcos y bóvedas de ladrillo en la más pura tradición de los alarifes mudéjares y conserva cierto aire de catacumba y de leyenda aunque haya sido bodega mucho tiempo como recuerda las enormes tinajas de barro, hoy meramente decorativas.

Cambiaron los usos y las modas, y la taberna, famosa por su recio y áspero vino de Cariñena, estuvo a punto de convertirse en bar de copas, como tantos otros locales del barrio, pero salvó las esencias y el tipo con buenas tapas, cañas, vinos menos peleones y... actos culturales como esta conferencia de don Telesforo que lleva por título precisamente eso de Madrid viene de madre y que forma parte de un ciclo organizado por los "jóvenes panameños", el ala radical del Panamá, Partido Nacionalista Madrileño del que ya les he hablado en otras ocasiones.

Pero sigamos escuchando al orador, que de vez en cuando interrumpe su discurso para refrescarse el gaznate y aclarar su voz, cascada pero firme, con un trago de un líquido incoloro que podría ser agua, pero que tal vez es aguardiente porque después de cada pausa don Telesforo retoma el hilo cada vez más enardecido, como verán.

"Madrid, centrípeto y equilátero triángulo, piedra angular de un estado centrífugo y entrópico que se proyecta hacia el exterior europeizándose mientras se descompone en su intemperante fuero interno, más nacionalista cuanto más transnacional".

Esta última parrafada que ha desconcertado un tanto a la audiencia concluye sin embargo en ovación propiciada por los que se las dan de enteradillos. Reconfortado, don Telesforo prosigue arrollador:

"Agobiada por el peso, por la abrumadora carga del edificio mamotrético del Estado que la oprime, Madrid es Babilonia cautiva, Babel reconstruida por la especulación inmobiliaria, Babia embobada bajo la férula de un alcalde de sainete, manzana podrida en el corazón de Iberia".

¡Bravo! gritaron aquí algunos espontáneos contagiados por su flamígero verbo, mientras otros nos preguntábamos a dónde quería llegar y sobre todo cuándo llegaría.

Tras aclararse el buche con el transparente licor, como si hubiera escuchado nuestras mudas preguntas, don Telesforo Mutis echó el resto y culminó su faena oratoria de este modo:

"Si Madrid se ha transmutado de piedra de toque en china incómoda en las sandalias de los peregrinos que marchan por los senderos nacionalistas que confluyen en Bruselas. Si ése es el papel que nos adjudican y quieren que interpretemos, tal vez sea mejor que Madrid, madre, conceda la independencia a sus crecidos vástagos de la forma más sencilla y menos traumática, optando por la autodeterminación y proclamando su propia independencia. ¡Viva Madrid Independiente!".

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