Schröder resta y sigue
El Partido Socialdemócrata alemán (SPD) prosiguió el domingo su particular calvario electoral con unas rotundas derrotas en los comicios del Estado de Turingia y en las municipales de Renania del Norte-Westfalia. Ambas estaban anunciadas, pero no por eso resultan menos dolorosas para el canciller Gerhard Schröder y su Gobierno en Berlín. En Turingia, donde gobernaba en Gran Coalición con la Unión Cristiano Democrática (CDU), el SPD ha sido incluso superado por el ex comunista PDS para quedar rebajada a tercera fuerza. La CDU pasa a tener mayoría absoluta también en este Estado. La correlación de fuerzas entre el SPD y la CDU en la Cámara alta (Bundesrat) comienza a ser decisivamente adversa para los planes legislativos de Schröder.Ya en las elecciones europeas el canciller pagó un elevado precio por una ley de extranjería que ni supo explicar bien a la ciudadanía ni intentó consensuar con la oposición conservadora. Ahora está pagando caro el plan de austeridad que su Gobierno presentará este otoño en el Parlamento con severos recortes sociales cuya necesidad no ha explicado suficientemente a su electorado.
Por necesario que resulte el ajuste, el plan de Schröder es criticable como cualquier reforma, y desde luego parece ya claro que tendrá que pactarlo a la vez con la CDU -que tendrá capacidad de bloqueo en el Bundesrat-, con sus adversarios internos en el SPD y con los Verdes. Schröder ya ha anunciado que los reveses electorales en esta primera mitad de su legislatura no le harán cambiar su más ambiciosa meta política, que es esta reforma. Es probable que Alemania necesite un ajuste para recuperar su pujanza económica, pero Schröder no ha sido capaz hasta ahora de vender su fórmula. Si no lo consigue, sólo será una anécdota fugaz en la historia de su país.
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