Un combatiente por la libertad
El viernes, el capuchino que ofreció una oración de difuntos para la esposa de Francesc Sanuy me anticipó el inminente fin de Jordi Llimona, confirmado ayer, apenas acabada la recepción de la Diada en el Parlament. Llimona tuvo siempre una actitud primorosa abierta y clara en el combate por la libertad. Como predica la canción que cantaba en su misa dominical, como sus profetas, dio siempre la cara. Recuerdo cuando la caputxinada en 1966, con ocasión de la fundación del Sindicato Democrático de Estudiantes (SDEUB) en el convento de Sarrià, traté inútilmente de pasarle el mensaje de recoger los DNI de todos los reunidos para dificultar la identificación de los retenidos. Jordi Llimona era para muchos de nosotros un símbolo de los de su generación, comprometido siempre en la causa de las libertades individuales y nacionales y la justicia social. Llimona, como Pep Jai, Maria Aurèlia Capmany, Alexandre Cirici i Pellicer y muchos otros, contribuyó decisivamente a encauzar el compromiso -en su caso el de los cristianos- por el socialismo. Recuerdo sus opiniones, sus consejos, su intervención en el Palau Blaugrana en el mitin de la libertad, el primer gran mitin de signo democrático y progresista en los inicios de la transición. Pero Jordi Llimona era mucho más que todo esto. Era un intelectual cristiano de primera magnitud, pensador avanzado e innovador en temas tan sugerentes como el humanismo cristiano o la valoración de la muerte, para la que tuvo siempre una actitud abierta fundada en la espera y la esperanza que confío que le hayan acompañado hasta el fin de su existencia. Su desaparición tiñe de luto la Diada y a muchos nos encoge el corazón. Jordi, gracias por tu ejemplo y tu enseñanza. Joan Reventós, presidente del Parlament de Catalunya.
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