_
_
_
_
Reportaje:

Tàrrega, cuenta atrás y despegue

Son las 12.30. El autobús llega a Tàrrega. Si en vez de vallas hubiera barricadas, sería signo de que lo que se espera es una revolución. El sargento jefe de la Policía Local de Tàrrega, Francesc Martí, un auténtico veterano de la Fira, lo tiene todo controlado. "Buen rollo", explica desde debajo de su casco y subido a la moto mientras discute la ubicación de unas vallas que no acaban de cumplir su cometido. Está supervisando lo que dentro de pocas horas, en una superproducción de Hollywood, sería la toma de la Bastilla. El sol cae a plomo (fundido), pero cuando ven a un recién llegado con sandalias le advierten de que por la noche hace frío. Es necesario calzado cerrado y jersey de algodón (aviso para sans coulottes). Una ojeada rápida, los técnicos ultimando los escenarios, basta para comprender que todo está a punto para recibir a las 120 compañías, los más de 600 programadores acreditados y los 100.000 espectadores. Poca broma. A las 13.30, las calles de Tàrrega están casi desiertas. Un clown vestido de bebé y dentro de su cochecito motorizado se lanza escaleras abajo reproduciendo la escena de El acorazado Potemkin, pero huyendo de una verdadera jauría de niños aulladores. Es la primera performance de una feria que tiene en el teatro de calle su principal eje temático. Buscando la sombra se ven grupúsculos de jóvenes que reproducen una estética que oscila entre el foc de camp y Woodstock y que, a la que llegue la noche, serán los verdaderos protagonistas de Tàrrega. Camino del cámping, un chaval con mochila llega de Lleida: con 16 años, es su primera Fira. Piensa ver teatro, en la calle porque es gratuito, pero no sabe qué. Es la tónica general entre el público de menos de 20 años. En el cámping, dos de la tarde, el paisaje es el de un vasto desierto polvoriento y unas pocas tiendas. El sábado, día de máxima afluencia, llegará a albergar a más de 8.000 campistas. Quien sabe echar unas mazas al aire o hacer volar un diábolo, allí puede exhibirse. Hasta bien entrada la noche es un jolgorio, lo que serguramente es uno de los mayores atractivos de la Fira. El calor es de lipotimia, y las escasas sombras se pueblan de figuras yacentes y exhaustas junto a botellas de agua. Tres de la tarde, centro de acogida de programadores. Vienen de todo el mundo, pero para Teresa Duran, la responsable, los más curiosos son los seis procedentes de Japón. También han venido de Nueva Zelanda, de Eurodisney París y de Port Aventura. Según sus datos, el volumen de contratación supera los 3.000 bolos. El número de programadores se mantiene estable. "Ya no puede crecer", explica Duran, "porque no podemos atender a la demanda de invitaciones, que ya están agotadas". La base de datos de la Fira de Tàrrega cuenta con más de 2.000 fichas actualizadas de programadores, agencias, productores e instituciones, y se mantiene viva todo el año. Cuatro de la tarde. Entre los exhibidores adictos a la Fira está Carles Treviño, responsable de Free Arts. "De hecho, los ya famosos seis japoneses vienen desde el festival Daidogei, en la ciudad de Shizouka, atraídos por Free Arts. "Lo que nos han pedido muchos festivales", añade Treviño, "es que reproduzcamos la idea de nuestro Pati Free de Tàrrega, el ritmo trepidante en la sucesión de artistas, lo que es muy adaptable tanto de espacio, como de público o dinero". Precisamente en el Pati Free, a partir de las cinco de la tarde, se vieron ayer los primeros espectáculos, el circo de pulgas de Petits Miracles, Ane Monro Theatre y su The plague en clave de commedia dell"arte, Les Zanimos y su espectáculo hecho a base de legumbres y al actor y cantante Bernard Massuir. Fue por la noche, sin embargo, cuando se inauguró oficialmente la 19ª Fira de Teatre al Carrer de Tàrrega con el despliegue terrenal de la vía láctea y personajes lunares a cargo de la compañía francesa Des Quidams et Inki"nito, un espectáculo de calle de gran formato que define la esencia de Tàrrega. Una revolución teatral.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_