Sin follones

NEGRITASLa inauguración del Palacio de los Deportes de Málaga era un hecho tan esperado que no podía pasar inadvertido. Y eso a pesar de que Celia Villalobos había decidido pasar de ceremonias para evitar problemas. "Qué quiere, que cortemos una cintita?" le espetó a un periodista que le preguntó al respecto. "Entonces unos se querrían llevar un trozo de cinta más grande porque interpretan que han puesto más dinero. Nada, nada. Sería un follón". Dicho y hecho. Un partido de Liga y a volar. Pero la voluntad popular pudo más que el deseo de paz de la alcaldesa, y aunque no hubo fastos, el acto tuvo su color. Resulta que Tabacalera ha programado el cierre de su fábrica de Málaga, y que las 158 familias que se quedan en la calle andan mosqueadas por el escaso apoyo institucional que reciben. El sábado por la mañana salieron en manifestación, y por la tarde se fueron a recibir a la alcaldesa y al presidente de la Junta, Manuel Chaves, a su llegada al pabellón. Al personal de prensa del Ayuntamiento les iba virando el color del rostro del verde al amarillo, al blanco y al violeta conforme subían de tono las consignas de los concentrados. La llegada de Celia sólo se puede comparar al Lunes de El Rocío; la entraron en volandas mientras ella juraba que se iba a dejar la piel por los empleos y el primer teniente de alcalde, Francisco de la Torre, recordaba a los trabajadores que Chaves estaba por llegar; que le contaran a él. Pero los concentrados andaban ya calientes, y decidieron montarle el pollo a toda cara conocida que asomaba por allí. El rector de la Universidad, Antonio Díez de los Ríos, debió de pensar que tanta banderita roja era cosa de la organización, y entró saludando a la concurrencia con la mano y exhibiendo una sonrisa beatífica. El mejor tratado fue el presidente del Málaga, Fernando Puche, que está en racha. "A ver si puede hacer algo, que a usted no se le resiste nada", le decían. El presidente de Unicaja, Braulio Medel, y el delegado del Gobierno, José Torres Hurtado, pasaron calladitos y a paso ligero, igual que el consejero de Turismo, José Núñez, que de todas formas ya sabía que él en la ceremonia no pintaba nada, porque, como dice Villalobos, sólo ha puesto un tercio de lo que costó el Palacio y le hubiera correspondido un trozo ridículo de cinta. Estuvo mucho mejor así, la inauguración. Sin follones. ESPERANZA PELÁEZ