Asesinato del pinar

Día 25 de agosto de 1999. Señor alcalde de Majadahonda: escribo estas letras por el asombro que me ha producido comprobar, mientras paseaba por el campo, que ya no había tal campo, o al menos gran parte de él había sido talado (era un bonito pinar) y apisonado, además de preparado para instalar un sistema de alcantarillado. Asombrado me quedé al ver cómo ha quedado esa gran parte demolida, que va desde los chalets Ros-Mary hasta el mismo colegio infantil Federico García Lorca. Aquel al que yo fui.

Asombrado me quedé al descrubrir cómo aquel camino que recorría de niño al ir al colegio ahora está minado por zanjas de más de tres metros de profundidad, y por planicies donde antes había árboles y vida. Ahora sólo hay montones de tierra y ladrillos. Asombrado me quedé al mirar cómo aquel colegio apartado en mitad del campo, donde de niño iba despreocupado por todos los peligros de las grandes ciudades (coches, delincuencia, etcétera), ya no podrá ser disfrutado de igual forma por otros niños. Porque, aunque sean viviendas lo que ahí se construya, el provecho que nos resta a todos no será nunca equiparado al lucro que les proporcionará a esos pocos.

Lamento no haberme enterado del asesinato que iba a cometer porque entonces sí hubiera puesto todos los medios a mi alcance para que fuesen conscientes el resto de los ciudadanos. Lo cierto es que es algo ya tradicional, en su forma de gobierno, mantener desinformado al ciudadano de los futuros cambios en su pueblo, y de esta forma actuar con plena libertad. Es lamentable que un alcalde que se vende prototipo del siglo XXI emplee tácticas de la época de los Reyes Católicos.

Como un ciudadano más de una ciudad del futuro que está creando le expongo:

Ya hay demasiada población, pero aún se persigue aumentarla más, ¿cuál es el máximo fijado?

Está matando la población arbórea de Majadahora, ¿va a dejar algún árbol centenario vivo?, ¿o van a ser todos nuevos?

Se está exterminando los montes. ¿Está planificado dejar alguno?, ¿o serán todos paseos y aceras (inaccesibles para discapacitados) incumpliendo toda la normativa vigente sobre accesibilidad.

¿Va usted a informar a los nuevos pobladores del terreno que ha tenido que sacrificar para venderles una vivienda a precio elevado?, ¿justifica el precio el crimen realizado?

La edificación que se está llevando a cabo rompe la calidad que ofrecía una ciudad con aroma de pueblo y lo está convirtiendo en una aglomeración con peste a ciudad. Felicidades.

En fin, que mi asombro se convirtió en indignación cuando vi en lo que se está transformando mi pueblo. Algo que tiene tantos defectos que se puede escribir un libro. Pero, señor alcalde, ¿a usted qué más le da? mientras siga ascendiendo en su carrera política, aunque sea a costa del pueblo para el que en teoría trabaja.

Creo que nunca lo entenderé, ya que sólo soy un ciudadano de a pie. Gracias por destruirnos, señor alcalde.-