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Tribuna:¿Habrá cambio político en Cataluña?
Tribuna
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"Seremos presidentes"

Los ayuntamientos han sido, por regla general, los mejores agentes de transformación en la España democrática. Cataluña no ha sido una excepción. Pero una particularidad catalana es que los alcaldes de CiU son, en proporción muy alta, constructores o empresarios de industrias auxiliares de la construcción. Tal vez por eso en los pueblos catalanes de mar y montaña, especialmente en los más turísticos, la especulación ha pasado sin solución de continuidad del franquismo al pujolismo. El resultado ha sido no sólo una red extensísima de pequeñas corruptelas, sino sobre todo una degradación del territorio y una destrucción de la naturaleza que ha causado un daño probablemente irreversible al paisaje. Alguien dijo una vez que Jordi Pujol era un gran político, un mal gobernante y un pésimo gestor. Es cierto que Pujol supo proyectar hacia afuera una imagen de Cataluña como país con personalidad propia que había sido perseguido por la dictadura franquista. Y es cierto que el anticatalanismo es una vieja constante española alimentada demagógicamente por políticos y periodistas de casi todos los colores. Pero el victimismo tiene sus límites, y sus constantes quejas por motivos económicos (nunca por motivos culturales) han perjudicado la imagen de los catalanes en España y no han conseguido impedir que Cataluña siga discriminada en las inversiones en infraestructura, en las inversiones cultuarles y en la política fiscal. Y lo paradójico, que evidencia el gran fracaso de Pujol en sus negociaciones con los gobiernos del PSOE, primero, y del PP, después, es que no logró nada sustancial para Cataluña, pero consiguió que la opinión pública española viera esos pactos como un privilegio para los catalanes. Otro fracaso: ha hecho creer que la lengua castellana era perseguida en Cataluña cuando sigue siendo la dominante en el uso social y en casi todos los ámbitos, mientras el catalán no se ha recuperado sino muy parcialmente de la persecución de que fue objeto bajo el franquismo.

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La amenaza fantasma

Por lo demás, la administración de la Generalitat es escandalosamente deficitaria, y la radio y la televisión públicas (Catalunya Ràdio y TV-3) no sólo derrochan dinero, sino que han experimentado un alarmante descenso de calidad con una audiencia salvada exclusivamente por el fútbol (es decir, por el Barça): eso sí, ambas tienen un protagonista único: Jordi Pujol. No ya los políticos de la oposición, ni siquiera los consejeros o los miembros de la coalición de gobierno, como muestran las quejas reiteradas de Duran Lleida, pueden asomarse, si no es muy de vez en cuando, a los programas informativos.

La manipulación de la televisión, la ineficacia de un gobierno cada vez más mediocre, su condición de gran aliado del PP, su política excluyente y discriminatoria de grandes sectores de la población, han agotado la paciencia de mucha gente. Y, a pesar de la prosperidad económica, como no hay proyecto de futuro, y a la vista de la mediocridad del entorno de Pujol (los políticos de CiU con más personalidad han sido absorbidos por el agujero negro del pujolismo: Roca, Trias Fargas, Alavedra, Rigol, Laporte, Sanuy, Vilalta, etcétera), cada vez son más los ciudadanos que quieren un cambio, que no se dejan dominar por el conformismo que fomenta CiU, sobre todo cuando se dan cuenta de que Pujol sólo puede volver a ser presidente con el apoyo del PP.

Y ahora, por primera vez, el cambio aparece como posible. Pasqual Maragall, que supo dirigir la transformación de Barcelona en una ciudad más justa, más próspera y más solidaria, en una ciudad con prestigio en todo el mundo, es la persona idónea para encarnar el cambio que Cataluña necesita. Cataluña necesita reformas profundas en política educativa, en política territorial, en política sanitaria, en política cultural. Cataluña necesita que la Generalitat sea de todos y no de unos cuantos, que TV-3 sea de todos y no de unos cuantos, que Catalunya Ràdio sea de todos y no de unos cuantos. Cataluña necesita sobre todo una nueva manera de hacer política. Frente al catalanismo excluyente de Pujol, muchos confiamos en el catalanismo abierto, plural, dialogante e integrador de Maragall, que ayudará a desvelar -como ya hizo a escala de Barcelona- las energías de la sociedad catalana, especialmente de los sectores que han sido olvidados o marginados por el pujolismo. Es una oportunidad histórica. No es casual que, contra todos los pronósticos de los comentaristas políticos, PSC e IC hayan llegado a un acuerdo para formar coalición electoral en tres de las cuatro circunscripciones catalanas. Y ese acuerdo ha generado ilusión en muchos sectores de la izquierda independiente, al tiempo que ha inquietado a los rivales electorales (según muestra el mal estilo de la respuesta de políticos habitualmente equilibrados, como Pujol y Carod-Rovira).

Hace unos días, en la fiesta mayor de Gràcia, una mujer de origen andaluz abrazó a Maragall diciéndole: "Seremos presidentes". De eso se trata: que haya cambio y que sea de todos.

Xavier Folch es editor y portavoz de Ciutadans pel Canvi, plataforma electoral de Pasqual Maragall.

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