El fallo de dos válvulas instaladas en mayo causó la inundación del viernes en la plaza de Cerdà
Dos válvulas instaladas en la Plaza Cerdà la pasada primavera fallaron el viernes por la tarde. Su función era permitir el paso del agua caída sobre la Gran Via hacia un gran colector e impedir el camino inverso. Fallaron las dos y el agua volvió a la calle y la inundó. La obra es tan reciente que el acto formal de recepción de la misma por parte del Ayuntamiento de Barcelona aún no se ha producido. Los técnicos municipales procedieron ayer a sellar este paso para evitar que, si se producen nuevos chubascos, el agua vuelva a inundar las calzadas de la Gran Via.
Había dos válvulas y fallaron las dos. Los motivos del fallo aún no se conocen y el Ayuntamiento de Barcelona inició ayer mismo la investigación que debe llevar a dilucidar el asunto. En un primer momento, cuando todo apuntaba a que el fallo se había producido en una de las válvulas, la hipótesis principal era que el fallo se había debido al impacto de un cuerpo duro sobre el mecanismo. El hecho de que fallaran las dos abre paso a la posibilidad de que se trate de un defecto de fabricación. Las válvulas, de patente alemana, han sido fabricadas por una empresa española y fueron suministradas a los constructores de las obras por la firma Hidroestanc. Una válvula es un mecanismo que permite el paso del líquido en una dirección pero no en el sentido contrario. Las que fallaron controlaban el paso de un rebosadero que envía el agua de la lluvia a un gran colector e impide su retorno. Al fallar, el agua salía del colector y se precipitaba sobre la zona de la Gran Via que discurre deprimida bajo la plaza de Cerdà, explicó el director técnico de Barcelona Regional, Joan Baltà. El resultado fue una prolongada e inesperada inundación. Para evitar una repetición de los hechos en el caso de nuevas lluvias, los técnicos municipales decidieron el sellado de los rebosaderos por los que se produjo la inundación. La oposición municipal (CiU y PP) criticó ayer mismo la gestión de las obras municipales. Josep Miró i Ardèvol, por los convergentes, y Jordi Cornet (PP), descalificaron las obras calificándolas de "chapuza" y reclamando más control.
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