_
_
_
_
Reportaje:

Diego Velázquez y el clavo de la discordia

La falta de herrumbre en el tachonado del ataúd hallado en el convento enfrenta los técnicos ministeriales y regionales.

Vicente G. Olaya

Los técnicos de la Consejería de Educación y los del Ministerio de Cultura mantienen un enfrentamiento sobre los clavos con que se remachó el ataúd de Diego Velázquez. En la comisión que ambos equipos forman para determinar si la momia encontrada en el convento de San Plácido es la del pintor de la corte de Felipe IV, este asunto vuelve a la mesa una y otra vez. Los técnicos de la Comunidad descartan que el cuerpo momificado hallado bajo un altar del cenobio sea el de Velázquez. Y aportan para el debate dos argumentos: no se han encontrado documentos que demuestren que los restos del pintor fueran trasladados de la iglesia de San Juan -donde se le enterró, en 1660- a San Plácido, y, el fundamental, los clavos del ataúd hallado no están oxidados. Este último detalle, según la Comunidad, es fundamental para rechazar que la persona inhumada en San Plácido sea Diego Velázquez. Según esta hipótesis, si el artista recibió sepultura en una bóveda de San Juan, tal y como señalan los documentos de la época, todos los elementos metálicos del ataúd deberían estar corroídos por el óxido. Ofrecen como prueba que todos los metales hallados en las actuales excavaciones arqueológicas de la plaza de Ramales -en 1808 la iglesia de San Juan fue derribada para crear la plaza- están oxidados, las maderas aparecen podridas y no queda ni un solo rastro de materiales textiles. La humedad de esta parte del subsuelo madrileño -existen viajes de agua, viejas cañerías y manantiales naturales- ha carcomido los restos. "Por lo tanto", manifiestan fuentes de la Consejería de Educación, "es imposible que el cuerpo de San Plácido sea el de Velázquez. Si fue trasladado en 1809 de San Juan al convento, tras el derribo de la iglesia, los clavos del ataúd estarían completamente oxidados", después de 150 años en estas condiciones.

Más información
Tres administraciones a la greña

Su teoría se basa en que, además, no existe ningún documento que demuestre que el cuerpo fuera trasladado. Por tanto, según la Comunidad de Madrid, si los restos de Velázquez están en alguna parte es en Ramales.

El Ministerio de Cultura defiende otra tesis. Sus técnicos, que durante semanas no han sabido qué responder a esta teoría, han dado con una respuesta. Su razonamiento es el siguiente: Diego de Silva y Velázquez, amigo del notable Gaspar de Fuensalida, grefier real, fue enterrado en la cripta que la familia de este último poseía en la iglesia de San Juan, parroquia real. Pero en 1664 murió Fuensalida y un año después es posible que sus restos fueran trasladados al monasterio de San Antonio, en el municipio de La Cabrera, donde se había construido un nuevo panteón familiar.

Según José Sancho Roda, del Ministerio de Cultura, "Fuensalida pudo salir así de la iglesia de San Juan. Lo lógico es que este traslado no afectase a Velázquez, ya que no era miembro de la familia, a pesar de estar enterrado en el mismo panteón". ¿Cómo llegó entonces Velázquez, según el ministerio, a San Placido? Cultura encontró la respuesta en un supuesto documento inédito de la familia Fuensalida del Archivo de Protocolos. Este legajo hace referencia a que el padre de Gaspar de Fuensalida levantó en 1644 una hipoteca de 3.000 ducados sobre el convento de San Plácido. De tal manera que la familia tendría derechos a efectuar enterramientos en el cenobio. "Así", en opinión de los historiadores del ministerio, "el cuerpo de Velázquez salió de San Juan y pudo ser enterrado en San Plácido, donde no había tanta humedad. Por eso los clavos del ataúd no están oxidados". Según Sancho Roda, de este traslado no queda constancia documental porque en aquellos años la Corte se encontraba revuelta con los problemas de sucesión de FelipeIV, y a nadie le interesó el cambio de ubicación del cuerpo de un pintor.

La Comunidad rechaza esta teoría. "En primer lugar, no es cierto que hayan descubierto nada nuevo. Esos documentos ya fueron publicados por el marqués de Lozoya en 1947 y en 1960. Además, que el padre de Fuensalida haya levantado la hipoteca de San Plácido no significa que un amigo de su hijo pudiera ser enterrado allí. El ministerio sigue sin respuesta a cómo se oxidaron los clavos. Porque, aun dando como buena su hipótesis, si el ataúd estuvo cinco años enterrado en San Juan, los clavos se habrían oxidado. Obvio".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_