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Los dominicos celebran la noticia con un "Tedéum"

"¡Ay, la madre!" Así reaccionó el portavoz de los dominicos de Atocha (Madrid), Serafín Martín, cuando a través de este periódico tuvo la primera noticia de la liberación de su compañero Cosme Puerto. "Madre mía, madre mía, es la gran noticia, la gran alegría, daríamos un salto de alegría enorme si fuera cierto". Y así fue tras la confirmación del Ministerio de Exteriores y la Embajada de España en Irán. Abrazos, saltos y rezos improvisados, se sucedieron para festejar la liberación de Cosme. La celebración más tranquila e íntima tuvo lugar dos horas después, a las ocho y media de la tarde: un Tedéum (canto de acción de gracias) en la capilla privada de la comunidad. "Ha merecido la pena, tanto tiempo de trabajo y sufrimiento, ha merecido la pena", reconoce mientras apura un cigarrillo con el pulso tembloroso. Mientras, los feligreses que acudían a la misa de las ocho de la tarde se paraban a preguntar al hermano Carlos, el que hace las veces de portero de la comunidad: "¿Ya le han liberado?", perguntaban con precaución. "¡Sí, sí!", contestaba con entusiasmo. "Ahora habrá que ver cómo vienen". El estado de salud de los secuestrados es una de las principales preocupaciones. "Nos han dicho que están bien de salud y de aspecto, pero aún no hemos hablado con ellos... Al menos han salido ya de una pesadilla enorme", se esperanzaba Martín. Y añadía: "Nosotros también hemos salido de la pesadilla". Ni siquiera han podido brindar con cava. "No hemos tenido prácticamente tiempo de hacernos a la idea".Sorpresa de las familias

Asunción Puerto, hermana de Cosme, manifestó en La Alberca (Salamanca) su alegría y el deseo de "abrazarle cuanto antes", informa Efe. La familia, sin embargo, tuvo que comportarse como si no pasara nada, dado que la madre, muy mayor, desconoce el secuestro. Con igual "satisfacción" recibió la noticia el párroco de Vicálvaro Sixto Ramírez, compañero del sacerdote Joaquín Fernández. Ignasi García-Die, hermano de Pedro, y su mujer eran ayer por la tarde un manojo de nervios, informa Marta Costa-Pau. Poco antes de las siete había sonado el teléfono en su domicilio de Cornellà (Barcelona). Llamaban de Exteriores para anunciarles la liberación de Pedro. Ignasi casi lloró de alegría: "Confiábamos en este desenlace, pero no nos podíamos imaginar que se produciría hoy; por las noticias que teníamos no podíamos pensar que acabaría tan pronto". La línea telefónica, después, quedó colapsada. Los medios de comunicación no paraban de llamar e Ignasi se quejaba de que no podía contactar con el resto de la familia. Tanto Ignasi García-Die como el resto de los allegados a los rehenes confiaban poder hablar telefónicamente con ellos anoche.

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