MAURO ENTRIALGO MÚSICO, DIBUJANTE Y GUIONISTA "Tomarse algo como el rock muy en serio me parece un chiste"
El dibujante Mauro Entrialgo (Vitoria, 1965) ha publicado sus historietas en diversos periódicos y revistas, y sus personajes más destacados (entre ellos, Herminio Bolaextra, Tyrex y Alter Rollo) han protagonizado nueve álbumes y un libro. Pero el cómic no es la única ocupación de un polifacético y provocador personaje, que también ha escrito tres obras teatrales para la compañía Sobradun y ultima ahora Gente pez, su primer largometraje, que dirigirá junto a Jorge Iglesias. No contento con ello, tras publicar dos singles con el grupo Fat Esteban, prepara la edición del elepé Estamos pez (Toxic Records), el estreno de Esteban Light, trío de pop-rock en el que compone, canta y toca la guitarra. Pregunta. El nombre de su grupo ha pasado de ser Fat Esteban a Esteban Light. ¿Es otra evidencia del triunfo de la cultura light, de lo desnatado y sin chicha? Respuesta. En realidad, Esteban Light y Fat Esteban son dos grupos distintos. Con el nombre, aparte del vacile a todos esos productos de ese mundo sin sangre que cada vez se extiende más, avisamos al público de que con nosotros no canta el peso gordo de Pedregosa. Como pasaba con Jefferson Starship y Jefferson Airplane, o con la saga de Funkadelic, vamos. P. ¿Cuáles son sus influencias? R. Digo lo que siempre que me preguntan por mis influencias dibujando: cuando tienes una influencia eres un clon, si tienes varias perteneces a una escuela y si tienes muchísimas acabas teniendo un estilo propio. Nuestra música es algo así como punk-pop-rock, pero también metemos muchas cosas de otros estilos (ska, jazz, heavy...), siempre procurando no ser ni pretenciosos ni obvios. P. En la canción Caramelos Pez señala que el producto típico de Euskadi es el speed. ¿No teme represalias de la consejería de Turismo, que gasta tanto dinero en campañas de promoción? R. Quizá la consejería no esté muy interesada en el turismo de bajo nivel, pero lo cierto es que el speed y el kalimotxo son dos factores que influyen mucho en la juventud de otras tierras a la hora de elegir el País Vasco como destino de sus vacaciones. P. Caramelos Pez, Estamos pez, Gente pez... ¿Qué otras cosas marcaron su infancia, además de los caramelos Pez? R. Viví muy feliz y contento en Vitoria, leyendo muchos tebeos y jugando mucho. Sólo las monjas de las Escolapias intentaban amargarme la vida en Ajuria Enea [cuando era un colegio y no la residencia del lehendakari] ideando castigos siniestros. P. Como dibujante está en la categoría de humorista. ¿También como cantante y músico? R. El humor es, en gran medida, mirar las cosas de otra manera. En ese sentido, sí que creo que Esteban Light somos humoristas. Tomarse algo como el rock muy en serio sí que me parece un chiste. P. ¿De qué va Gente pez? R. Cinco jóvenes viven fuera de casa por primera vez compartiendo piso en una gran ciudad. Uno es un irlandés que da clases de guitarra, otro estudia para unas oposiciones, otro se pasa el tiempo de bar en bar a pesar de que dice que quiere dedicarse a escribir, el más joven se encierra en su habitación con su ordenador y la chica estudia Bellas Artes. Ninguno tiene muy claro en el fondo qué hacer con su vida. P. ¿Qué le empuja a esa hiperactividad: cómic, teatro, cine, música? R. En realidad sólo hago una cosa: contar historias, lo que pasa es que lo hago con distintos medios. Sí me gustaría centrarme una temporada larga en dibujar, luego pasar a la música, luego al teatro..., en vez de desquiciarme haciendo todo a la vez; pero, de momento, me es imposible hacer eso por motivos económicos. Hago lo que me encargan. No podría vivir sólo de hacer tebeos. P. Vive en Madrid. ¿No podría haber desarrollado su carrera desde Vitoria? R. No. Un ejemplo: cuando tenía 22 años, en el periódico más vendido en Vitoria no me dejaron ni enseñar la carpeta y me despacharon con un gesto de desprecio. Cuando llegué a Madrid, el mismo año, me recibieron con respeto en todos los periódicos a los que fui y en un par de ellos me encargaron cosas. Así que para publicar en un periódico de tu ciudad parece que la manera más sencilla es ir a Madrid, publicar allí y que el periódico de Madrid se lo venda al de tu ciudad. En las ciudades pequeñas se tiene ese complejo de creer que todo lo que viene de fuera es siempre mejor y sólo se aplaude a lo propio cuando destaca fuera.
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