Caretos
JUVENAL SOTO Échele un ojo al careto de Bermúdez. Si cree usted adivinar en su rostro apardillado algún rasgo distintivo de idiocia congénita, deséchelo. Échele otro ojo al careto del marido de Bermúdez. Si advierte usted en su jeta indicios de tipo que se vende por tres cuartos al mejor postor, olvídelos. Ni Bermúdez es idiota de parto, ni el marido de Bermúdez es un choricete tentado por la mafia. Ambos, Bermúdez y el marido de Bermúdez, son consejera de Cultura y Patrimonio, una, y viceconsejero de Participación Ciudadana, otro, del Gobierno autónomo de la ciudad de Ceuta. Usted va a pagar a partir de este momento los sueldos de Bermúdez y del marido de Bermúdez. Con sus impuestos, los que usted abona al Estado español, estos dos sujetos se disponen a vivir todos los meses de los próximos cuatro años. Échele un ojo al careto de Bermúdez y échele otro ojo al careto del marido de Bermúdez. Piense en lo que ve. Échele un ojo al careto de Jesús Gil. Si cree usted ver a un hombre con aspecto de vendedor de melones apostado en cualquier cuneta, no se deje llevar por las apariencias. Ni Jesús Gil vende sólo melones, ni hay en Andalucía carretera capaz de soportar la totalidad de las mercaderías con las que trafica este hombre. Jesús Gil es alcalde de Marbella y presidente de la razón social que controla varios municipios andaluces y una ciudad autónoma al norte de África. Échele otro ojo al careto de Jesús Gil. Usted lleva años pagando la nómina de cuanto bicho viviente le sirve. Con los impuestos que usted paga al Estado español y a la comunidad autónoma andaluza este hombre ha hecho de Marbella una capa y un sayo no sólo urbanísticos, su capa y su sayo, por más que la Junta de Andalucía anuncie ahora que derribará los edificios ilegales con los que este hombre comercia desde Marbella. Échele un ojo al careto de este hombre, échele otro ojo a cuanto bicho viviente le sirve. ¿Cree usted que han abierto las jaulas del zoo? No se engañe. Échele un ojo a la totalidad de los anagramas de las formaciones políticas que pretenden defender los intereses de los andaluces. Si cree usted distinguir alguna pinturita que se libre de representar a quienes han permitido -por acción y por omisión- la presencia de Jesús Gil y la cría de adeptos para la razón social que preside, no confíe en sus propias creencias. Gaviotas, rosas y demás anagramas han catapultado a Gil y a los gilosos hasta donde hoy están. Las torpezas y desvaríos de los otros engendraron la bicha que ahora entre todos ellos pretenden asfixiar. Échele un ojo a los caretos de cuantos acusan a Gil. ¿Ve usted algo de Gil en todos esos caretos? ¿Sí? ¿No? Échele otro ojo al careto de Gil y a los caretos acusadores de Gil. Las leyes de la naturaleza no permiten el nacimiento de alguien o algo sin la acción o la omisión de otros. Échese un ojo a su propio careto. ¿Reconocemos algo de Gil en nuestros caretos? ¿no? ¿Sí? Echémosle otro ojo a nuestros caretos. Yo, desde hace tiempo, no me consiento reflejado en el espejo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.