ANTONIO JESÚS GARCÍA "CHE" FOTÓGRAFO "Me gusta el toreo arte, no las personas que tienen valor"
A sus 35 años, este fotógrafo almeriense ha conquistado el parco panorama cultural de su ciudad natal. Antonio Jesús García, El Ché para sus amigos, ha experimentado con su fotografía sin recatos ni autocensuras. Su participación en bienales locales, ediciones de Arte+Sur de Granada y Málaga (1997-98) o la Muestra de Jóvenes Europeos Homenaje a Lorca (1998) confirman una inquietud profesional en constante ebullición que no se cierra a nada. Tras ilustrar en 1997 el libro de poemas Estampas taurinas, ha dado un paso más con la publicación de Silencio y oro, editado por la librería Picasso y dedicado por entero con su trabajo gráfico al rito de la fiesta nacional. No son imágenes al uso, y gusta advertirlo de entrada. No en vano, el escritor Miguel Naveros adivina en la introducción del libro de Ché un "profundo" discurso sobre la soledad. "La triple soledad del hombre, del animal y de los objetos". Pregunta. ¿Aporta algo nuevo Silencio y oro a la estética taurina? Respuesta. No es una foto comercial. Uno normalmente capta lo que ejecuta el torero. Yo tomo otra aportación distinta. Juego con las luces y las sombras y tomo cosas que pasan desapercibidas. P. ¿Hay rasgos peculiares en estas fotos publicadas? R. Están todas hechas en Almería. Su luminosidad no existe en otras plazas. En otros alberos no se pueden lograr estos matices. El componente mediterráneo es fundamental en los toros. P. ¿Fue la fotografía la que le acercó a los toros? R. Sin duda. Veía muchos matices, gráficamente hablando. A partir de ahí me he implicando cada vez más y me gustaron, pero siempre primando el componente estético. Precisamente el toreo que me gusta es el toreo arte, no la persona que tiene valor. P. ¿Por qué Silencio y oro, qué ha querido transmitir con ese título? R. En las imágenes hay muchos espacios. Con todo lo festiva que es la imagen taurina, sin embargo en el libro no hay ambiente festivo. El silencio es por la imagen y el oro por el albero. P. ¿Se puede contar la historia taurina sólo con imágenes? R. Muchísimos artistas se han sentido atraídos por las manifestaciones taurinas, desde Picasso a Hemingway. Mi libro sigue el itinerario de lo que sería una corrida, desde los preparativos hasta el final de todo. El encuadre es puro, sin recortes y sin motor: me la juego en cada disparo. Toreo con la cámara porque me gusta. P. Pero ¿resultará novedosa esta aportación suya? R. He intentado, al menos, dar mi visión personal. Al taurino clásico este libro puede resultarle duro; pero, al que no le guste, puede atraerle al mundo taurino.
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