Un general en La Haya
EL GENERAL Momir Talic, jefe del Estado Mayor del Ejército serbobosnio, se encuentra desde ayer en la prisión de alta seguridad de La Haya, a la espera de ser juzgado por el Tribunal Penal Internacional (TPI) para la persecución de crímenes de guerra en la ex Yugoslavia. Talic fue detenido el miércoles en Viena, cuando asistía a una conferencia de la Organización para la Cooperación y Seguridad en Europa (OSCE). La policía austriaca cumplía una orden de arresto expedida por la fiscalía del Tribunal de La Haya. La detención constituye una magnífica noticia para todos los que consideran que la impunidad del crimen de guerra es germen de nuevas guerras y nuevos criminales. Impensable hace poco, la entrega al TPI de este presunto criminal es, como el caso de Pinochet, un alentador indicio de que aumenta sin cesar en la comunidad internacional la decisión de llevar ante la justicia a los autores de crímenes tan odiosos.Por el contrario, es una devastadora nueva para todos los que, como Talic, creían que nunca tendrían que rendir cuenta de las atrocidades cometidas u ordenadas por ellos. Ahora más que nunca saben que, si no se entregan y colaboran con el tribunal internacional, vivirán el resto de sus días recluidos en sus pequeños santuarios, fugitivos o siempre bajo el riesgo de ser detenidos.
Talic era la mano derecha del general Ratko Mladic, también acusado, como el líder serbobosnio Radovan Karadzic, de organizar y ordenar las matanzas de musulmanes en Bosnia. La fiscalía acusa al general de ser personalmente responsable de miles de muertes y de haber tenido bajo su control campos de concentración como los de Prijedor y Omarska, en los que fueron torturados y ejecutados cientos, si no miles, de prisioneros. Mientras Mladic y Karadzic figuran en la lista pública de perseguidos, Talic está incluido en otra relación que la fiscalía de La Haya mantiene en secreto para facilitar detenciones como la del general. Muchos serán ahora en los Balcanes los que reconsiderarán posibles planes de viaje sospechando hallarse en la segunda lista. Quienes hoy en Kosovo quieren vengarse con los mismos métodos de los que fueron víctimas deben saber que este tribunal no distinguirá entre etnias y religiones. Todavía están muchos a tiempo de no entrar en una lista que, por desgracia, es ya muy larga.
Momir Talic tendrá en La Haya un juicio con todas las garantías que sus fuerzas negaron a quienes habían condenado a muerte, y así debe ser. Muchos crímenes siguen todavía impunes, pero la llegada de Talic a La Haya es un nuevo y saludable paso hacia la justicia.
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