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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Gitanos rumanos

Le escribo la presente para poner en evidencia las contradicciones en que incurre su diario, el que leo, sobre el asunto de los gitanos rumanos.En EL PAÍS del pasado día 18 de agosto, sección Internacional, podía leerse que Finlandia -democracia que tiene y aplica leyes democráticas- expulsará a mil y pico gitanos eslovacos, inmigrantes ilegales, y que Canadá -otra democracia con leyes democráticas- expulsará a ciento y pico chinos, también inmigrantes ilegales.

Pero aquí somos diferentes, o al menos es lo que usted nos quiere hacer ver, porque acto seguido, el mismo día, en el editorial titulado Bochorno en Madrid, se pone al señor alcalde a bajar de un burro, porque ha hecho unas declaraciones sobre los gitanos rumanos asentados en Madrid (que su diario llama generosamente "inmigrantes") porque se habían desplazado a las costas.

Estamos acostumbrados a las poco afortunadas declaraciones de nuestro alcalde, pero de ahí a convertir esas declaraciones en un gran telón que tapa la realidad del asunto es una equivocación en la que usted incurre, más infortunada si cabe que las propias declaraciones.

La dura realidad es que estos rumanos son inmigrantes ilegales, que no se sabe ni cómo pueden pasar por nuestras fronteras. Un representante de la Embajada de Rumania habló claramente de este asunto -habló de expulsión-, y, por fin, en EL PAÍS del pasado 19 de agosto, sección Madrid (página 4), se publica, refiriéndose a los "inmigrantes rumanos", que habrá controles de carreteras ante esta inmigración ilegal, que no es otra cosa.

En fin, señor director, para llegar a este punto no es necesario dar tantas vueltas periodísticas a una sola y dura realidad, que, si se publicara sin tanta tontería añadida, no se acabaría atacando a quien, por una vez al menos, no lo merece, y le llevaría a usted y a su diario a no entrar en contradicciones y a poner de manifiesto que nuestro país -afortunadamente democrático- tiene las normas y los medios -también democráticos- para poner remedio al asunto en cuestión.- . .

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