Un Estatuto que multiplica el poder
El GIL podrá urbanizar Ceuta como le plazca; controlar el puerto franco de la ciudad; abrir casinos o fijar el precio de la gasolina, el tabaco y el alcohol. Éstas son algunas de las competencias que el Estatuto de Autonomía concede a su alcalde-presidente, cargo que previsiblemente recaerá, a partir de mañana, en Antonio Sampietro, candidato del GIL en las últimas elecciones.En Marbella, el presidente del partido, Jesús Gil ha alterado durante ocho años el volumen de las construcciones; recalificado zonas verdes y aprovechado el extenso terreno forestal quemado para urbanizarlo. La Junta de Andalucía, con supremacía legislativa sobre los ayuntamientos, puso freno a estas actuaciones el verano pasado, al rechazar parcialmente el plan de urbanismo presentado por el GIL, que hasta entonces sorteó la normativa urbanística heredada de los socialistas mediante la firma de centenares de convenios privados con constructores.
Ninguno de estos problemas abrumarán al GIL en Ceuta. El artículo 12 del Estatuto de la Ciudad Autónoma confiere plenos poderes a la Asamblea en esta materia. Y sobre ella, el GIL es muy explícito. Según el programa electoral, "la urbanización y construcción de los terrenos de la Ciudad aumentarán enormemente su valor como consecuencia de que la Asamblea permita en ellos la construcción".
El puerto, pulmón económico de Ceuta, no está sujeto al control de la Unión Aduanera Europea, dada su condición de puerto franco. Al alcalde presidente corresponde designar a la autoridad portuaria, auténtico virrey en una ciudad cuya actividad económica gira en torno a su única vía real de comunicación con la Península.
Control del juego
El alcalde de Marbella también podrá deshacerse en la ciudad fronteriza de una frustración que arrastra desde hace años: el control del juego. El presidente del GIL intentó en 1997 hacerse con la gestión del casino de Madrid. Inscribió para ello una sociedad, Vegángeles, que después cambiaría de actividad mercantil al no lograr Gil sus objetivos. En Marbella se le adelantó otro empresario, Alberto Vidiella, propietario de Puerto Banús. En Estepona, donde gobernaba su hijo, se le negó la licencia de apertura. El Estatuto de Autonomía de Ceuta condece plenos poderes sobre los juegos de azar.En el terreno político, los hombres del GIL ocuparán el relevante lugar que el protocolo reserva a los presidentes autonómicos en las grandes ceremonias del Estado, y participarán igualmente en el debate del Estado de las Autonomías del Senado. Ceuta goza del mismo grado de autonomía que cualquier comunidad española, con la única excepción de que carece de capacidad legislativa. La Asamblea ceutí puede presentar proyectos de Ley a las Cortes, pero no traminarlos.
Sin embargo, el GIL no parece arredrarse ante esta limitación. El programa electoral anuncia: "El GIL dotará a la Asamblea de la potestad de legislar". Un nuevo frente parece dibujarse desde el norte de África en el delicado equilibrio del Estado de las autonomías.
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