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Un susto de campeonato

Un salto nulo peliagudo de la hispanocubana Niurka Montalvo llevó la angustia a todo el estadio

Carlos Arribas

Hace un par de días, el padre de Niurka Montalvo tuvo un sueño. Así se lo dijo a su hija por teléfono desde La Habana: "He soñado contigo. He soñado que conseguías una medalla". Pero ayer faltó un pelo para que la atleta nacida en Cuba pero con nacionalidad española desde el pasado 5 de mayo dejara en mal lugar a las fuerzas interiores de su padre. Y no fue culpa suya del todo. "La verdad es que habría sido muy ingrato", dijo Montalvo.Todo ocurrió en las series de clasificación de la longitud. Después de un corto primer salto (6,56 metros) que dejaba en peligro su paso a la final (la marca mínima de referencia era 6,80 metros), la habanera, de 31 años y 78 días, voló y voló en su segundo salto. "Fue de más de siete metros, estoy segura", calculó después Montalvo. "Era un salto de récord de España ". Sí, muy largo. Pero nulo. Habrá que fiarse de la percepción de Montalvo en cuanto a su longitud, porque los jueces ni lo midieron.

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El juez cuyo cometido era vigilar los 20 centímetros de la tabla de batida (de los cuales 10 centímetros forman la tira prohibida de plastilina, el lugar donde queda grabada la huella de los metepatas), levantó la bandera roja. Montalvo, extrañada porque al saltar no había notado que la punta de su pie derecho se hubiera pasado de la raya, fue a protestar con la velocidad del rayo. No le hicieron caso. "Y de poco me habría valido que me lo hicieran. Una vez borrada la huella de mi caída en la arena, ¿qué me podrían haber devuelto?". Las imágenes televisivas a cámara lenta tampoco le sirvieron de mucha ayuda a la española: en ningún momento se ve la punta de la zapatilla morder la plastilina, pero tampoco se puede concluir que no lo hiciera, ya que son imágenes incompletas en las que no se aprecia el giro final del pie, cuando transforma toda la velocidad y la fuerza en salto: se ve el momento en que se posa sobre la tabla, no en el que sale de ella. Habrá que seguir fiándose de Montalvo. "Ha sido inexplicable que me dieran ese nulo. Las mismas atletas rivales me dijeron que lo sentían mucho".

Fue un nulo peliagudo. En las series de clasificación sólo se permiten tres saltos. Habiendo sido el primero corto, Montalvo debía arriesgarse en el último, un vuelo sin vuelta de hoja. "Tuve que hacer un grandísimo esfuerzo para concentrarme primero, para olvidar la polémica. Y luego para arriesgarme. Pasé miedo. Sufrí. Lo vi casi todo perdido. ¿Y si el último era también nulo? ¿Y si me quedaba corta?". Mientras, sus grandes rivales en la lucha por las medallas ya respiraban tranquilas. La italiana Fiona May, campeona del Mundo en 1995, había saltado más de siete metros en su primer intento; la norteamericana Marion Jones, la mujer que busca el oro en los 100, los 200, la longitud y un relevo, se había ido a 6,81 en su segundo intento. Niurka no podía permitirse ningún fallo más.

En su tercer intento, Montalvo ajustó la punta al máximo, arriesgó lo justo. Aún tensa y nerviosa voló lo necesario. 6,78 metros. No llegaba a 6,80, pero le valían. Sólo tres (May, Jones y la rusa Lyudmila Galkina) habían superado la mínima. Para llegar a las 12 finalistas estipuladas hubo que llegar hasta los 6,62 de Dawn Burrell, la hermana pequeña del ex recordman de los 100 Leroy Burrell. "Pero las medallas estarán por encima de los siete metros. Allí estará seguro May, que siempre hace un salto bueno en las grandes competiciones; y también Marion Jones, siempre peligrosa. Con lo que corre, lo mismo se queda en 6,70 que pasa de 7,20", pronosticó Montalvo. "Y claro que yo podré estar ahí. ¿No fue acaso mi falso nulo superior a los siete metros?".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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