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Entrevista:

"No tengo trabajo, no tengo residencia, no tengo nada: soy ilegal"

"Nada". Es la palabra que más repite Moubiala Kipupa, inmigrante congoleño, casado y con tres hijos, en su castellano esforzado, a los periodistas que le acechan desde que a su hija Clarice, de cuatro años, fue hallada entre las dos vallas de la frontera de Ceuta, con la dirección y el teléfono de Moubiala (Kipupa es su nombre de pila) en España escritos en un papel en su bolsillo. La persona que la descolgó (cuidadosamente, pues no presentaba heridas) huyó, sin que se haya sabido nada más sobre su identidad. Este fin de semana Clarice podrá volver a abrazar a su padre. Cansado, harto del renombre involuntario a "refugiado político", como él se define, se le van humedeciendo los ojos a medida que cuenta su trágica historia. Asegura que es la misma que la de muchos otros expulsados. Él tiene el estatuto de refugiado político pero sólo provisional. Sólo quiere que el Gobierno le deje trabajar en Asturias para poder mantener a su hija. Para dejarlo meridianamente claro acude al francés. Representantes de la Cruz Roja explican que "le cansa repetirlo en español tantas veces".Pregunta. ¿Cuánto tiempo lleva sin ver a su mujer y a sus hijos? Respuesta. Un año.

P. ¿Por qué eligió Gijón, conocía a alguien?.

R. Quise venir aquí porque es muy tranquilo. No conocía a nadie, pero vine con otros dos amigos míos de Congo huyendo de la guerra. Viajamos desde Calamocarro . Buscábamos trabajo, y además no me gusta el calor.

P. ¿Vive con sus amigos?

R. Vivimos juntos en una casa de tres habitaciones y un salón.

P. ¿Ellos trabajan?

R. No, tampoco.

P. ¿Y qué hacen?

R. Por la mañana vamos a la escuela de soldadores, de ocho a 1.30 de la tarde.

P. ¿Y después?

R. Después nada. Dormir. No hay nada que hacer. No tenemos trabajo. Nada.

P. ¿Cómo viven entonces?

R. Tenemos una pensión de 37.000 pesetas [al mes], que me durará hasta septiembre. El Ayuntamiento nos ha dado vales de comida y bonos de autobús, pero también se acabarán.

P. ¿Conoce a muchos españoles?

R. En mi grupo de amigos somos ocho, los tres que vinimos y otros cinco de Congo, que nos encontramos aquí.

P. ¿Ningún amigo español?

R. Sí, la gente de aquí y de la escuela. Pero el tiempo libre nos reunimos los ocho a hablar de nuestro país.

P. Ha contado que en su país usted era peluquero.

R. Sí, de mujeres. Pasé allí toda mi vida, en la peluquería de mi tío, en Kinshasa.

P. ¿Por qué salió de su país?

R. Soy un refugiado político. Yo tocaba en un grupo que tocaba en las recepciones a Mobutu después empezó la guerra y vino [Laurent] Kabila. Tenía muchos problemas.

P. ¿Era peluquero y cantante a la vez?

R. Sí, por el día cortaba el pelo a señoras, y algunas noches íbamos a clubes a tocar para Mobutu. Estuve haciendo las dos cosas durante siete años. Luego tuve que irme rápido y solo.

P. ¿Le perseguían?

R. No soy político, no hablo de política, no sé. No quiero problemas. Pero un día fui a visitar a un amigo y su mujer me contó que en mi casa había unos guardias preguntando por mí. Tuve que irme deprisa. Trabajar para Mobutu me marcó. A mí y a bastante gente. Es la guerra.

P. ¿Está opuesto al régimen de Kabila?

R. Ni sí ni no. No digo nada sobre gobiernos. En Congo hubo una guerra, y llegó otro presidente y me marché.

P. ¿Su familia se quedó?

R. Sí. Las condiciones del viaje eran muy duras. Soy un refugiado político, como en Kosovo. Había que huir o morir.

P. ¿Ha hablado con su familia?

R. Mandé una carta pero no me han respondido. No sé nada de ellos, dónde están. Nada.

P. ¿Cree que su familia vendrá aquí?

R. Nadie lo sabe. Tengo una niña y dos hijos: Kabós, de 14 años, y Arnold, que el día 28 cumple 11. No he hablado con ellos. No me respondieron.

P. El otro día se quejó de que no recibían el mismo trato que los kosovares...

R. Sí. Ellos también son refugiados políticos, y llegan aquí y se les da permiso de trabajo, permiso de residencia. Yo no tengo nada, no recibí nada. Soy ilegal. Cuando un español llega a Congo, le acoge la comunidad española. Cuando llega un africano a España está solo.

P. ¿Ha notado racismo en España?

R. Soy una persona tranquila, y no busco problemas. Me llevo muy bien con mis vecinos. Pero hay de todo: gente que pasa a tu lado sin nada, y gente que cambia de acera cuando teve.

P. Creo que ha tenido ya alguna oferta de trabajo.

R. Sí, yo tengo voluntad de trabajar, y eso es lo importante. Quiero trabajar aquí y cuidar de mi hija. Volver a mi vida normal. Moubiala Kipupa depende de un precontrato, la única manera -explican en la Cruz Roja- de romper la "pescadilla que se muerde la cola" que es la actual ley de extranjería: para trabajar hace falta un permiso de residencia, y para quedarse, un permiso de trabajo. En Asturias hay más de 100 africanos y centroeuropeos en la misma situación que Moubiala. P. ¿Qué futuro ve si no puede quedarse?

R. No sé nada. No conozco el futuro. En Congo hay muchos problemas.

P. ¿Confía en alguien?

R. En todo el mundo que no es racista, que me pueda dar un trabajo, papeles, residencia. Pienso en el Gobierno, que me podría conseguir todos estos papeles.

P. ¿Cuál es su principal objetivo ahora mismo? ¿Qué deseo pediría? R. Trabajar.

P. ¿Cuándo llega su hija?

R. Llegó el miércoles [a Ceuta].

P. ¿Y a Gijón?

R. Creo que mañana. La Consejería de Asuntos Sociales del Principado de Asturias se reunió ayer en Oviedo con Moubiala, con representantes de la Cruz Roja (organización que ha prestado ayuda a Moubila hasta ahora) y el defensor del menor de Asturias, Vicente Hoyos, y decidieron mantener en secreto la hora y lugar del encuentro entre padre e hija para proteger a la pequeña del revuelo mediático. Antes se había anunciado que la pequeña llegaría hoy a las cinco de la tarde al aeropuerto de Avilés. La Consejería, en coordinación con la organización religiosa Mensajeros de la Paz, que se ocupará del traslado de la niña desde Ceuta a Asturias, velarán por que ese momento emotivo les pertenezca sólo a ellos.

P. ¿Cree que su historia puede hacer que cambie la condición de otros refugiados?

R. Ni siquiera sé la decisión del Gobierno de España respecto a mi situación. Moubiala Kipupa está harto de este gran carnaval que se ha organizado pero sabe "que en Madrid todo funciona". Por eso acepta la entrevista, que termina haciendo él una pregunta: "¿Y tú, periodista, tú que opinas?".

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